ANTONIO MARTINEZ
EL CANTE
El cante; ha sido compañero del labrador y en la tranquilidad de la campiña el viento trasporta las notas salidas de gargantas anónimas, que labrando la tierra, se animan con su cante.
Antonio Martínez; viene de una estirpe de labradores de “Tierra de Barros” luchador y trabajador, dotado con el don del cante que gusta compartirlo.
Nació y vive en la calle Villafranca, y hemos escuchado en diversas actuaciones, y en la mañas del 15 de agosto, en el atrio de la ermita de N.S.ra. de la Piedad, durante la misa.
Cuenta que su afición al cante surge con tan solo cinco años, al escuchar un albañil apodado el “tuerto” en casa de una vecina, que empezó a cantar, la canción “Cortijo de los Mímbrales” le gusto tanto, que le provoco la afición al cante.
Nunca la familia le presto atención, y en las noches de verano sentados al fresco en las puertas de las casas, la señora María y su hija Ana, le pedían que cantara.
No siendo hasta el día de su quinta, durante la fiesta, organizada por sus padres, donde estos descubren al oírlo, lo bien que cantaba.
Cuando regresa de la mili, la empresa del “Gas Butano” que estaba en la esquina de la calle Mérida con ( ), organizo un festival de cante flamenco llamado (La vida Color Butano); se anima a concursar, desistiendo a participar al ser desanimado por un familiar
Cantando solo en las quintas y reuniones, cuando los presentes, se lo pedían.
En el año 1983 se hace socio de la Peña Flamenca de Almendralejo, que estaba en su mejor momento, y Fernando Gragero, tiene la buena idea, de que la misa de la patrona, luciría más, si se cantara durante la homilía.
Fernando se pone en contacto, con el rector del Santuario, Nta. Sra de la Piedad; Don Tobía, que fue también párroco de la Purificación, pareciéndole, bien y animando los a su realización.
Siendo un éxito, que sorprendiendo asistentes que con los cantes entonados por Antonio Martínez, y los componentes del grupo “Solera Flamenca” con los fandangos, magistrales de Nicolás Barragán y “Quico el chato” y las palmas de Antonio Villa, el publico asistente, se sintieron, más unidos y participativos durante la misa de la patrona
Unido a la magistral Salve cantada por Fernando Gragero, a la Virgen de la Piedad, que tuvo la feliz idea de la misa rociera, Salve que mientras pudo, canto.
En estos años Solera Flamenca grabara un disco, y Antonio le hubiera apetecido, hacerlo, pero el coste de un millón de pesetas, del siglo pasado, le hace desecha tal idea.
Y durante unos 25 años, ha cantando en la misa de la patrona el 15 de agosto, desinteresadamente.
Antonio Martínez, ademas de buen cantante es amante de la tierra que cultiva y conocedor de nuestros campos y de sus historias.
Comentando que hace cincuenta o sesenta años, con la llegada de los tractores, sus rejas al verterear y profundizar más, en la tierra, logran sacar al exterior, restos que durante siglos habían permanecidos enterrados. Pero a veces por desconocimiento, eran destruidos y otros tomados como pequeños tesoros por los que los encontraron.
Ana su señora, tiene una imagen de mármol, de un blanco reluciente, muy bien esculpida de a pena unos centímetros, encontrada por su padre en nuestros campos.
Antonio; conoce el lugar de “Santa María” donde estuvo la ermita, de igual nombre, recuerda sus vestigios y paredes, que perduraron hasta hace unos años, y su pozo.
Ermita, que en el pasado, gozo de gran fervor, visitada por los habitantes de la comarca.
Con la guerra de la independencia, las imágenes, son llevadas primero a la ermita de la Piedad y luego a la Parroquia de la Purificación, donde esta la imagen de Santa Maria de Cora, en el altar mayor, (historia contada por mi padre).
A esta ermita los lugareños, llegaban, por el camino hoy carretera Arroyo San Serván, dejada a la derecha, tomando por los olivares del Vizconde. Donde Los trozos de cerámicas, y vidrios se mezclado con la tierra de labor, se pueden ver .I.T.O.S (piedras de grandes dimensiones). Lugar que es término de Mérida.
Recuerda, siendo niño, al ir con su abuelo al campo, montado a la grupa de la mula, por la “Vereda Perales “en la parte conocida por “Torres Locas” donde esta el “Pozo la Vieja” una humilde vivienda, habitada por una familia con dos hijos, subsistiendo de la hortalizas de una pequeña huerta. Siendo habitual esta forma de habitar en aquellos años y el lugar importaba poco.
Me hablo de las cañadas de Tiza y la del Baldéparaíso, paso del ganado trashumante, en el pasado, la fuente Santa que manaba entre las piedras, hoy en el club San Marcos, agua que bebió en diversas ocasiones. Y la charca los Gallegos, hoy las Rocas.
Recuerda el la calle Condesa Torre Seca con Velásquez, el lavadero que su abuela; con cariño llamada “Seña María la Rosa” tenía, dentro de un pajar.
Alrededor del pozo de venero inagotable, estaban las paneras, donde las vecinas realizaban las coladas, mediante pago.
Agua del pozo sacada con una polea, de buen beber y aliviaba los dolores de estómagos. Lugar, siempre lleno de gentes, acarreando agua, con cubos y cantaros, que se pagaban según su capacidad
Sus abuelos desde muy temprano se iban los dos juntos, al lugar donde le llevaban la comida, regresando, por la noche a su casa, a un siendo ya muy mayores, personas muy queridos en el barrio, por payos y gitanos de la zona.
De tras de ellos, durante años iba una oveja, regalo de los pastores del Marques para la quinta de su único hijo varón, quinta que nunca tuvo lugar, pues al estalla la guerra de 1936, marcho y nunca volvió.
Animal que no fue sacrificado, en recuerdo del hijo que no regreso, como tantos jóvenes que marcharon. Animal que murió de viejo.
Antonio Martínez cantante de Almendralejo; sus paisanos disfrutamos con su cante que hace con sentimiento, disfrutamos al oírlo en sus actuaciones,
Personas sencilla, que disfruta cantando y sacrificando se para que en sus actuaciones su voz suene mejor, y merecedor de estar en la pequeña Historia de Almendralejo.
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