Ester y Aurelia buscan una salida del tal laverinto,8º capitulo
Continuamos con la historia que durante una temporada a dado paso a diversidad y variedad de cosas, para que aquellos que entren en este divertido bloc, sepan y conozcan mejor Almendralejo y comarca.
Continuación del capitulo 8º
Ester, con la mano apretada sobre la boca de Aurelia, intentaba que esta no soltara el grito que se había quedado en su garganta, la buena mujer empezó asentir tanto miedo por lo que veía, que sus cuerdas bucales se congelaron junto con su mandíbula y lengua.
Al ver que la luz que habían ido siguiendo eran las de las velas encendidas en el suelo, alrededor de un altar. Hasta ellas llegaban cánticos que tenían el mismo son, y vieron túnicas giraban en circulo de una hoguera, que lanzaba lenguas de fuego dirigidas al centro de la bobedad, donde había una claraboya.
Las dos mujeres con un miedo intenso se sintieron atrapadas, en aquel agujero a varios metros del suelo y sin otra salida para poder salir al exterior.
Aurelia le pregunto a Ester si todo era verdad o estaba soñando, - pues es verdad amiga estamos en lo que debió ser un pasadizo secreto, que algún corrimiento de tierra derrumbo, quedado lo sin acceso, pensaba la más joven, cuando el ansia de descubrir una salida les hizo fijarse en la forma donde estaban y asomando se con sumo cuidado se percataron que era la cabeza de una esfinge que estaba siendo adorada y donde estaban era en su boca. El espanto creció cuando vieron que las capas en movimiento ponían una especie de escalera móvil y empezaban a subir por ella. Antes de ser descubiertas, empezaron a recular hacia atrás, cuando de pronto el suelo empieza a inclinarse como un tobogán, bajando y girando sobre si mismas un túnel tan estrecho que cuando termino quedaron aprisionadas sin poder moverse.
Aurelia sacando fuerza, empujo a Ester con las rodillas sobre sus posaderas que como un tapón al descorcharse salio de aquella apretura, la otra mujer, con muchos apuros logro sacar a la pobre Aurelia, que en el camino había dejado ropa y pelo del poco que tenia, dando una estampa desoladoras las dos, sentadas en el suelo de una especie de cazuela con una abertura al exterior, donde se veía luz y cantos sacerdotales.
Se asomaron y se dieron de frente con los pies de los que iban subiendo por la escalera móvil, aterrorizadas, se echaron hacia atrás, mientras empezaron anotar que de arriba empezaba a caer un liquido pegajoso que no era otra cosa que aceite, ambas se preguntaron que era aquello, a esto que ven venir hacia ellas entorchas encendidas, que intentaban evitar, pero que a tomar contacto con el liquido empezó arder.
Con su miedo en un extremo vieron algo indefinido decididas y pringadas, gatearon tirando una de otra, sus manos la grasa las hacía resbalosas y no lograban alejarse de la fogarera, el humo las asfixiaba, ojos estaban tan empapados de lagrimas que nada veían, solo por inercia empezaron a caminar, agarrando se a las paredes y pegadas a ellas, hubo un momento en que la tierra húmeda del sendero se desmorono y apunto estuvieron de caer a valla usted a saber que, pues ella con los ojos cerrados no se hacían cargo de nada solo se mantuvieron pegadas como larvas de caracol.
No podrían precisar el tiempo que estuvieron reptando más que andando, cuando empezaron a sentir que los ojos no le lloraban y los entre abrieron, para ver que estaban en un precipicio cuyas paredes iban al fondo donde estaba la hoguera.
Empezaron a deslizarse, hasta alcanzar una parte más ancha donde divisaron un hueco que daba a un exterior.
Con sumo cuidado se asomaron por el circulo y rápidamente se volvieron a su escondite pues se dieron de cara con las espaldas de los encapuchados que estaban adorando de frente al ídolo. Estaban dejando caer antorchas en la aceite que soltaba llamas que salían por la boca de la diosa como si fuera un dragón.
Aterrorizada se pellizcaban, pensando si era una pesadilla, pues para la buena de Aurelia con una vida sencilla aquello se escapaba de su conocimiento y demasiado fuerte para una aldeana
Continuara en el capituo9º
ISABEL CORONADO
Continuación del capitulo 8º
Ester, con la mano apretada sobre la boca de Aurelia, intentaba que esta no soltara el grito que se había quedado en su garganta, la buena mujer empezó asentir tanto miedo por lo que veía, que sus cuerdas bucales se congelaron junto con su mandíbula y lengua.
Al ver que la luz que habían ido siguiendo eran las de las velas encendidas en el suelo, alrededor de un altar. Hasta ellas llegaban cánticos que tenían el mismo son, y vieron túnicas giraban en circulo de una hoguera, que lanzaba lenguas de fuego dirigidas al centro de la bobedad, donde había una claraboya.
Las dos mujeres con un miedo intenso se sintieron atrapadas, en aquel agujero a varios metros del suelo y sin otra salida para poder salir al exterior.
Aurelia le pregunto a Ester si todo era verdad o estaba soñando, - pues es verdad amiga estamos en lo que debió ser un pasadizo secreto, que algún corrimiento de tierra derrumbo, quedado lo sin acceso, pensaba la más joven, cuando el ansia de descubrir una salida les hizo fijarse en la forma donde estaban y asomando se con sumo cuidado se percataron que era la cabeza de una esfinge que estaba siendo adorada y donde estaban era en su boca. El espanto creció cuando vieron que las capas en movimiento ponían una especie de escalera móvil y empezaban a subir por ella. Antes de ser descubiertas, empezaron a recular hacia atrás, cuando de pronto el suelo empieza a inclinarse como un tobogán, bajando y girando sobre si mismas un túnel tan estrecho que cuando termino quedaron aprisionadas sin poder moverse.
Aurelia sacando fuerza, empujo a Ester con las rodillas sobre sus posaderas que como un tapón al descorcharse salio de aquella apretura, la otra mujer, con muchos apuros logro sacar a la pobre Aurelia, que en el camino había dejado ropa y pelo del poco que tenia, dando una estampa desoladoras las dos, sentadas en el suelo de una especie de cazuela con una abertura al exterior, donde se veía luz y cantos sacerdotales.
Se asomaron y se dieron de frente con los pies de los que iban subiendo por la escalera móvil, aterrorizadas, se echaron hacia atrás, mientras empezaron anotar que de arriba empezaba a caer un liquido pegajoso que no era otra cosa que aceite, ambas se preguntaron que era aquello, a esto que ven venir hacia ellas entorchas encendidas, que intentaban evitar, pero que a tomar contacto con el liquido empezó arder.
Con su miedo en un extremo vieron algo indefinido decididas y pringadas, gatearon tirando una de otra, sus manos la grasa las hacía resbalosas y no lograban alejarse de la fogarera, el humo las asfixiaba, ojos estaban tan empapados de lagrimas que nada veían, solo por inercia empezaron a caminar, agarrando se a las paredes y pegadas a ellas, hubo un momento en que la tierra húmeda del sendero se desmorono y apunto estuvieron de caer a valla usted a saber que, pues ella con los ojos cerrados no se hacían cargo de nada solo se mantuvieron pegadas como larvas de caracol.
No podrían precisar el tiempo que estuvieron reptando más que andando, cuando empezaron a sentir que los ojos no le lloraban y los entre abrieron, para ver que estaban en un precipicio cuyas paredes iban al fondo donde estaba la hoguera.
Empezaron a deslizarse, hasta alcanzar una parte más ancha donde divisaron un hueco que daba a un exterior.
Con sumo cuidado se asomaron por el circulo y rápidamente se volvieron a su escondite pues se dieron de cara con las espaldas de los encapuchados que estaban adorando de frente al ídolo. Estaban dejando caer antorchas en la aceite que soltaba llamas que salían por la boca de la diosa como si fuera un dragón.
Aterrorizada se pellizcaban, pensando si era una pesadilla, pues para la buena de Aurelia con una vida sencilla aquello se escapaba de su conocimiento y demasiado fuerte para una aldeana
Continuara en el capituo9º
ISABEL CORONADO
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