NAVIDAD
AÑO QUE NEVÓ EN ALMENDRALEJO
Un año esta terminado, y las fiestas navideñas están aquí.
Como aquellas de papas de harinas y castañas guisadas.
La mirada de mi madre pensando como hacer que aquella noche no faltara nada.
Mi padre con sus dedos agrietados por los fríos al coger con sus diestras manos las olivas de arboles a genos de ramas heladas.
Su sonrisa por las noche al darnos aquellas perrinas para las huchas que tanto le gustaba que hiciéramos.
Recuerdo el año aquel que fue bueno en cosecha y quiso que le pusiéramos tantas barras de turrón que el sentado en la camilla no se le viera.
Navidades donde no faltaban los villancicos de tradición, que todos los años después de cenar con la zambomba entonábamos.
Hoy son otras navidades distintas y menos gustosas.
Hay tardes que corro la cortina y miro a un punto y mi mente viaja y tomo un camino lleno de rellanos donde encuentro en cada tramo seres queridos.
Y en estos accesos del camino, siempre me espera, mi abuela y vuelvo a oír su sabiduría en aquella tarde acompañada por mi tia Amalia, su listeza y saber estar.
Cuanto savia y que lista era la jodía.
Recuerdo aquel año que estuvimos en Madrid, en su casa y fuimos a una marisquería, donde compramos percebes, marisco que nunca habíamos comido si conocíamos de oída, cuando nos pusimos a degustarlos, no sabíamos abrirlos y como eran caros no tuvimos los presente mejor ocurrencia que guardarlos y llevarse los a ella.
Muy contentos le dijimos que se lo llevavamos de obsequio, cuando los vio nos dijo y como se come esto, como no sabíamos decírselo, nos miro muy atentamente y nos dijo- ¿Si me los traéis es porque vosotros los habéis comido antes y queréis que yo los saboree, porque no me decís como se abre esto ?- al no contestarles, nos miro a los presentes y dijo _ hay jodidos estos lo traéis porque vosotros no los queréis, así que averiguar lo y comerlos vosotros.
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