LAS VISITAS
NORIA EN SAN MARCOS
Las visitas fue una actividad que se hacia por costumbre,ir haber a familiares y amigos, pasando con ellos conversando la tarde contándose como les iba la vida, cosas familiares de los demás componentes O simplemente hablar por hablar de todo bicho viviente.
Me aburrían y huía de ellas buscando la forma de evitar tener que acompañar a mi Tía Lola.
Hoy al pasar por la calle Palacio me fije en la casa donde cada año en verano cuando volvía al pueblo iba al atardecer de vista a ver a su amiga.
Nunca olvidare cuando la acompañaba aquellas aburridas vistas donde la conversión no era ni monologo, una vec el prime día se contaban las novedades de todo el año sin verse, el menique del abanico sobre su pecho, banicándose, era el único ruido y siempre frases suelta y una decía" ESO" Y LA OTRA CONTESTABA" PUES ESO".
A sí transcurría la tarde hasta que anoche cía y la amiga empezaba removerse indicando que la visita acababa.
Recuerdo la casa, me pasaba todo el tiempo mirándola tanto que volvía con dolor de cuello, era una casa en aquellos años divina de verdad, comparando la con la mía era un palacio y más me lo pareció cuando tuve que ir al servicio cosa que en mi casa era inexistente y me encontré un una bañera tan grande que para mi estatura de entonces podía nadar en ella, me llamo la atención los dos bates que había juntos, no sabiendo que uno era un vi del y teniendo duda para que serviría.
Todo en aquellos años resultaba de lujo una gozada.
Otro día al ser verano la visita fue en el patio de la casa, aliquelado con baldosines de Juan Navia, y un mosaico de la virgen de la Piedad, que aquel día nos acompañaban.
Las primas de Madrid, que odiaban las visitas, empezaron a meter miedo a la hermana le dio en decir que detrás del mosaico estaba enterrado el marido de la mujer, fusilado en guerra por partisanos.
Pronto empezamos a tener miedo que se fue acentuando cuando la mujer, hablaba del difunto y de como murió, una historia muy trágica que fue acercándonos a su pena que debido a nuestra edad no comprendí amos por que las personas del pueblo tenia que matarse.
Lo mejor de esta visita fue cuando la amiga de mi tía compro un televisor algo imposible de conseguir en aquellos años de tantas escasead.
Ir aquella vista empezó a ser divertida sobre todo si coincidía con la sería recuerdo La llamada " Flecha rota" imitada al atardecer, era estupendo acompañarla. Lo malo era que casi nuca la veía terminar pues la amiga tenia una sobrina que llegaba con hambre y la tía nos aligeraba. dando por finalizada la visita.
ISABEL CORONADO ZAMORA
Las visitas fue una actividad que se hacia por costumbre,ir haber a familiares y amigos, pasando con ellos conversando la tarde contándose como les iba la vida, cosas familiares de los demás componentes O simplemente hablar por hablar de todo bicho viviente.
Me aburrían y huía de ellas buscando la forma de evitar tener que acompañar a mi Tía Lola.
Hoy al pasar por la calle Palacio me fije en la casa donde cada año en verano cuando volvía al pueblo iba al atardecer de vista a ver a su amiga.
Nunca olvidare cuando la acompañaba aquellas aburridas vistas donde la conversión no era ni monologo, una vec el prime día se contaban las novedades de todo el año sin verse, el menique del abanico sobre su pecho, banicándose, era el único ruido y siempre frases suelta y una decía" ESO" Y LA OTRA CONTESTABA" PUES ESO".
A sí transcurría la tarde hasta que anoche cía y la amiga empezaba removerse indicando que la visita acababa.
Recuerdo la casa, me pasaba todo el tiempo mirándola tanto que volvía con dolor de cuello, era una casa en aquellos años divina de verdad, comparando la con la mía era un palacio y más me lo pareció cuando tuve que ir al servicio cosa que en mi casa era inexistente y me encontré un una bañera tan grande que para mi estatura de entonces podía nadar en ella, me llamo la atención los dos bates que había juntos, no sabiendo que uno era un vi del y teniendo duda para que serviría.
Todo en aquellos años resultaba de lujo una gozada.
Otro día al ser verano la visita fue en el patio de la casa, aliquelado con baldosines de Juan Navia, y un mosaico de la virgen de la Piedad, que aquel día nos acompañaban.
Las primas de Madrid, que odiaban las visitas, empezaron a meter miedo a la hermana le dio en decir que detrás del mosaico estaba enterrado el marido de la mujer, fusilado en guerra por partisanos.
Pronto empezamos a tener miedo que se fue acentuando cuando la mujer, hablaba del difunto y de como murió, una historia muy trágica que fue acercándonos a su pena que debido a nuestra edad no comprendí amos por que las personas del pueblo tenia que matarse.
Lo mejor de esta visita fue cuando la amiga de mi tía compro un televisor algo imposible de conseguir en aquellos años de tantas escasead.
Ir aquella vista empezó a ser divertida sobre todo si coincidía con la sería recuerdo La llamada " Flecha rota" imitada al atardecer, era estupendo acompañarla. Lo malo era que casi nuca la veía terminar pues la amiga tenia una sobrina que llegaba con hambre y la tía nos aligeraba. dando por finalizada la visita.
ISABEL CORONADO ZAMORA
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