Mi pequeña historia de Almendralejo

sábado, marzo 12, 2022

 

                                                     La primera Amapola  que hoy contemplo.           


La primavera con el agua recién caída está dando señales de vida.

Como un sentimiento mi mirada se fue en tan sencilla flor que con su color rojo se asomaba y quería llamar la atención al viandante.

Estaba esperando en la sierra de Monsalud en el municipio de la  Parra, que apareciera uno de mis hijos con su carita sonriente como siempre ante una prueva con dificultad y tan importante de montaña.

El verdor del Paige, los aromas, la serenidad y la calma, alterando por un ruido que la naturaleza nos da, como premio del canto de cualquier ave sonora que quiere despertar los sentidos con oído y vista.

La amapola es la flor más sencilla que la naturaleza nos ofrece, sale de la tierra,  desperezando sus pétalos, uno tras otros, como si fueran brazos que quiere abrirse al sol y a la admiración de cualquier viandante.

Las campanas de la vida suenan, cuando te detienes delante de ellae.


Es la Amapola la que hace sentir y aplaudir las campanillas de la próxima primavera, con color y sonidos del  viento,  al chocar con la amapola, que lanza hacia a nosotros el toque de atención, soberano del lugar, donde habita y  perecerá dejando pasar a una estancia que seguirá debajo de ella para la próxima primavera.

Dormitara y cuando el sonido de la lluvia y el calor de la cercana  primavera llame a la tierra, que la ha mantenido.

 Sin prisa sacara sus brazos en forma de pétalos se esperezara y se volverá hacia nosotros dando un toque de atención, diciendo la primavera esta aquí.

Salir a flota y corre por el prado donde habita,  refugio de insecto que poblaran y aran la fecundación de la vida vegetal.

ISABEL CORONADO

 


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