Mi pequeña historia de Almendralejo

miércoles, febrero 07, 2007

Ester Y AURELIA LUCHAN POR UNA SALIDA-CAPITULO-9º

CUANDO EL MIEDO ATACA CAPITULO 9º




Continuamos cuando Aurelia no dando crédito a lo que veía se pellizcaba hasta hacerse daño y ver si así se despertaba de una puñetera vez, cosa que no surtía efecto, todo estaba sucediendo y era real.
Acurrucadas para no ser vista, mientras los dueños de las capa embebidos en los rituales, no se habían percatado de ellas, que en cuclillas y despacio, oyendo los latidos de su corazón y pegadas a la pared, fueron saliendo de donde estaban para darse de cara con el altar, donde los enmascarados clavaban cada uno un cuchillo que al sacarlo salía lleno de sangre pasando por el filo la mano que luego se llevaban a la boca y lamían. Aurelia y Ester dominadas por el terror en el hueco donde la oscuridad las hacía invisibles, sacaron la cabeza a al altura de sus ojos aterrados y se fijaron en una grieta en la pares que estaba justo detrás del altar, ¿Cómo llegar hasta ella? ¿tendría continuidad para salir al exterior?, Aurelia no lo pensó más y empujando suavemente a la otra, le dijo que se tirara al suelo y empezara a reptar por el suelo de tierra detrás de los pies de los encapuchados, que levantaban los brazos en ofrecimientos y rituales con cantos que iban de más a menor atronadoramente, estaban llegando a la oquedad posible salida y huida, cuando de pronto Ester choca con los pies de uno que estaba delante, mirando las y bajando las manos para cogerlas como si fueran fardos, los demás encapuchados no dejaban de cantar con tanta fuerza que el eco de la cueva, devolvía una resonancia atronadora. Aurelia sintiendo se descubierta se incorporo y con la fuerza que da el miedo lanzo su puño cerrado a las entrepiernas de la figura que estaba delante, que debió hacer efecto pues el individuo se agarro con fuerza a la tela de la túnica, Ester como si tuvieran resorte en su cuerpo le dio un rodillazo en el mismo lado suficiente para que este cayera retorciendo se, al hacerlo alerto a los presentes, que miraron hacía donde este se lamentaba de dolor. Revuelo que las dos mujeres aprovecharon para meterse por la grieta y correr en una oscuridad que las hacía chocar con los salientes de la pared y techo que se a medida que iban avanzando se estrechaba, sin darse cuenta de nada se iban colando por la hienda sin saber a donde iban hasta que de pronto sus pies no encontraron suelo y cayendo a un vació os curo, donde oían sus grito mientras caían en aquel agujero negro que no tenía fin.

Continuaremos en capitulo 10º

ISABEL CORONADO

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