NIÑEZ PASADA
FIESTAS DE LA PIEDAD
RECUERDOS ALMACENADOS, QUE DE PRONTO TOMAN VIDA.
CAMINANDO, GRACIAS A LA TECNOLOGIA POR EL ESPACIO, PARA ENCONTRARSE CON LOS OTROS PROTAGONISTAS QUE UN DÍA FORMARON ESTA HISTORIA
Recordaba cuando le hicieron la foto y todo lo que a lo largo de aquel día había ido sucediendo.
Al abuelo, que llego al pueblo para la fiesta, lo hacia por quincenas o por meses, y le traía, almendras, que le gustaban mucho, metidas en la fiambrera para que el amo nos las vieran, otras eran aceitunas para machar, trigo o cebada para los pollos del corral o bien garbanzos, para aliviar tanta penuria.
Entornaba los ojos y veía a su tio, que criaba en la cuartilla de tierra que le dejaba el amo, sandias y melones enormes, que vendían en la explanada de la plaza de abastos, amontonadas en el suelo junto a la de otros vendedores y cuando llegaba la feria, el dinero de la venta les ayudaba a pasar la feria.
Y el gran contento de su tío al llegar a casa, con las pesetinas sacadas, la alegría al tomarla embrazo y llenarle la carita de besos.
Su madre, los miraba, dichosa, rematando el traje de Sevillana, para estrenarlo el día de la feria de la Piedad.
Dejando de coser, cuando su tío le pregunto, si la pequeña, tenía todos los detalles, del traje de Faralá, sabedor del gasto del vestido, y deseaba ayudar, con unas perrinas sacadas de las ventas de melones y sandias.
Su desparpajo de media lengua le dijo a su tito que le hacía faltas un collar azul como la bata y pulseras, a juego. La tomo en sus brazos y se en camino a realizar la compra, mientras le daba besos.
Entornaba los ojos y se veía en brazos de su tito, entre los puestos del mercado buscando al vendedor de las quincallas, y las personas con que chocaban y saludaban.
El día de la Piedad había mercado, se llenaba de gentes bulliciosas, esperando, ser atendida por los vendedores, que se apresuraban, contentos en atender al publico, siendo uno de los día del año de más venta.
Cuando había feria los vendedores de turrones de Castuela y quincallas se ponían en las puertas del mercado, donde su tito le compro todo lo necesario para estar guapa como él decía.
El día antes, con cuanta ilusión su madre, de la mano la había llevado a la zapatería de Bargas, la sentaron en una silla donde los pies no llegaban al suelo, los dependientes divertidos le ponían y quitaban zapatos, hasta dar con el que necesitaba.
Todos los preparativos para la feria fueron llevados a cavo y como si de un estreno teatral sé tratar, los padres, orgulloso la llevaron a los paseos de la ermita de la Piedad, que en aquella época era donde se celebraban las fiestas patronales.
El retratista, conocido por “Larpi” los días de fiestas, maquina al hombro hacía fotos a todos aquellos que quisieran tener un recuero de un momento feliz.
Mucho tiempo le había costado a la madre, aleccionarla, como debían de ser las distintas posturas, para las fotografías, una para la abuela, tintas y familia de Madrid.
El padre no decía nada solo miraba los fogonazos de la maquina, savia que cada vez que se encendía la luz del flash, era dinero a pagar, la madre le decía, no te preocupes lo has ganado bien en la siega y la vendimia va a ser buena y luego el molino, y hoy es un día que debe ser recordado.
Y la niña, alegre, avispada, salada y graciosa pronto tuve un corro de gente que con entusiasmo le miraban el salero con que movía el traje de faralá y los zapatitos de tacones los cuales hacía zapatear, sobre el alquitrán, que así estaba pavimentado el atrio de la Piedad en el momento que se hizo esta foto.
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1 Comments:
Traje de Faralá?? Que era la feria de Sevilla?? Almendralejo tiene sus propios trajes, que lástima que apreciemos más los de otras ciudades antes que los nuestros, cuando el costo como has dicho, era grande. Por lo demás muy bonita la historia.
By Anónimo, at 11:03 a. m.
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