Mi pequeña historia de Almendralejo

lunes, mayo 27, 2013

LA ALBERCA VIEJA ALMENDRALEJO



 La alberca vieja, a si llamábamos a esta presa que paraba las riadas cuando las lluvias de las tormentas, y las aguas de los dos arroyos,  Palomino y Charnecal,  entraban en este valle descontroladas buscando con bravura salida hacia campo abierto.
Hoy me gusta pasear por este lugar y sentarme en su brocal y recordar los días de mi niñez, cuando estaba próvido acercarse a este lugar. Y hay estaba el morbo y escaparse a ver lo desconocido a costa de una buena paliza.
Un año el jefe de un tío mio sembró en estas tierras algodón, cultivo que cuando florece es como si una nevada se hubiera depositado sobre las matas, pero su recogida es horrible. 
Al ir doblada mientras lo recolecta, cuando terminas el dolor es insoportable apenas puedes enderezarte.
Pues bien mi abuelo y yo iba todos los días a las cuatro de la tarde a coger algodón a este lugar. 
Cuando íbamos bajando la pendiente que había hasta llegar a este lugar, oíamos en la lejanía el silbato del correo de las cuatro de la tarde (el tren), a mi siempre me llenaba de nostalgia por el deseo de salir corriendo, montarme en él e irme a donde fuera con tal de no recoger algodón que no me gustaba.

Cuando mi abuelo veía que el costal suyo y mi séquito estaba lleno lo suficiente para cargarlo y llevarlo hasta la casa a cuesta, que no es que estuviera lejos, pero si era pesado el subir la,  sudando.
Mi abuelo me colocaba el saco en la cabeza, de tal forma que se veían las piernas, pareciendo  un saco caminando, que ligera subían la pendiente por llegar a casa.
Hoy cuando voy a este lugar que están recuperando,   miro al sol, que  me deslumbra, en ese espacio de tiempo salen al exterior recuerdos, que forman imágenes, que salen caminando.
 Veo una niña graciosa rebelde, desobediente que se niega  recolectar algodón, dice que le duelen los dedos, que le pinchan las flores secas donde se aloja el algodón, el anciano de ojos azules de igual color  del de él cielo,  me sonríe haciéndome recordar, aquellos atardeceres que me los alegrabas diciendo me, que cuando termine la cosecha, me van a convidar, dinero para comprase el libro para la escuela,  aquel enciclopedia de Alvarez, que a un conservo.
 Me encantaba leerlo, releer las historias que en el  aparecían.
Querido abuelo que estas en los cielos, lugar donde únicamente puedes estar y en este trocito de tierra donde cada atardecer me esperas, me saluda, un abrazo y un beso en la frente que tanto te gustaba 

"TE QUERRÉ SIEMPRE"
ISABEL CORONADO

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