ESCALESTRI DE MÉRIDA
HORIZONTE
Donde estuvo en aquella estancia, se fue esta en aquella calle que la luz de la esquina, cada noche repicaba, chocando con la lluvia.
De un viento que nunca pense ni vi nada como el atardeceres de tras de una ventana, sin mas marco que el de la madera con los cristales, ni mas horizonte que la cera de enfrente.
Como se fue, te vas sin pensar jugando ,en volver con aquella mirada, que rozaba lo imposible queriendo regresar el ímpetu juvenil que le asfixiaba.
Calles en calada de blancura, deseos de horizonte, tapado por una barrera de barrancas que nublaban la puesta de sol.
Solo el anochecer traía el olor de la hierba, que el al atardecer derramaba para ser sorteba por el viento, que la hacia suya, esparciendo, sin poder rebasar algo tan fácil como una calle de pueblo.
ISABEL CORONADO ZaMORA
HORIZONTE
Donde estuvo en aquella estancia, se fue esta en aquella calle que la luz de la esquina, cada noche repicaba, chocando con la lluvia.
De un viento que nunca pense ni vi nada como el atardeceres de tras de una ventana, sin mas marco que el de la madera con los cristales, ni mas horizonte que la cera de enfrente.
Como se fue, te vas sin pensar jugando ,en volver con aquella mirada, que rozaba lo imposible queriendo regresar el ímpetu juvenil que le asfixiaba.
Calles en calada de blancura, deseos de horizonte, tapado por una barrera de barrancas que nublaban la puesta de sol.
Solo el anochecer traía el olor de la hierba, que el al atardecer derramaba para ser sorteba por el viento, que la hacia suya, esparciendo, sin poder rebasar algo tan fácil como una calle de pueblo.
ISABEL CORONADO ZaMORA
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