Mi pequeña historia de Almendralejo

domingo, enero 10, 2021

 

INVIERNO DE FRIO DE ESCARCHA EN TEJADO EN LA TIERRA DE BARROS.

HENOLOGICA DE ALMENDRALEJO

                                                   

 MUY TEMPRANO EMPEZABA TODO, ENCUANTO EL RELOJ SONABA CON SU ESCANDALOSA TIMBRE, ALARMANDO Y ESPAVILANDO A TODOS LOS DE LA CASA Y SE LEVANTARAN.

El agua en la palangana encima del lavabo, desvencijado arrimado a la pared, intentando no perder el equilibrio.

El agua fría para lavarse como se decía "El lavado del  gato", que frio  estaba todo.

El trabajo que costaba levantarte y acostarte igual por la noche sentados todos alrededor de la camilla, acurrucados, jugando a las cartas, mientras se escuchaban historias  y leyendas que te hacían pegarte a la silla  temiendo cualquier ruido sufrido a tus espaldas.

La noche iba pasando y la lumbre del brasero pasando a cenizas, por mas que se hurgaba a la lumbre no rendija, el frio se pegaba al cuerpo, las espaldas se quejaban.

Temeroso nos levantábamos de la silla arrastrando los pies, acurrucándonos sobre nuestro cuerpo,  dirigiéndonos a la cama,  mirando la puerta entre abierta de la habitación, que dejaba pasar solo oscuridad, tanteando entrabas en ella, con la mano ibas donde pensabas que estaba la luz a la entrada de tras de la puerta, .

Por donde tenias que desvestirte rápida,  apagar la luz  y de un salto entrarte en la cama, sintiendo la frialdad y humedad de la sabanas, acurrucada, tiritando de frio, te ibas poco a poco deslizando entre las sabanas hasta que te estirabas y sentías como   el frio envolvía toda la estancia, que se aliaba con las sombras.

De pronto sentías ganas de orinar, ahora venia lo peor, tenia que levantarte y debajo de la cama estaba el orinal (escupidera) se hacia rápido y otra vez, vuelta a empezar, a calentar la cama por tramos.

El silencio era aterrador, un ruido leve hacia que el corazón empezara a palpitar, que la casa tomara vida,  el pasillo se ilumina, que diera pasos a sueños almacenados durante noches de narraciones de historias.

Que de pronto vagaban por el pasillo, intentando entrar en la habitación, con los ojos cerrados hacia fuerza por lograr que no entraran en la habitación.

 Y te hundías en el colchón de lana, este tomaba tu forma, te aliabas con las sabanas y cerrabas los ojos tan fuerte, que el sueño se apropiaba de ti,  rendida de tantas aventuras dormías hasta que el reloj sonaba sin cesar.

La casa volvía a salir de las brumas de la noche de los viajeros que la habían habitado durante la noche y la claridad se hiciera dueña del  nuevo día.

ISABEL CCORNADO

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