Mi pequeña historia de Almendralejo

lunes, octubre 30, 2006

Una vez aclarado, la mujer se presento y le dijo que se llamaba Aurelia y que venía a ayudarla a cuenta del municipio.
Mientras hablan cosas banales, llegaron a una parte de la casa que hacia de cocina, en ella había una especie de nafre grandota para guisar la comida que funcionaba con petróleo, que se le echaba en el deposito que tenia al lado, junto a ella un baño para fregar los platos y una lacena en la pared con unas puertas de madera agujereada haciendo dibujos, una mesa y una silla algo desvencijadas y en muro un ventanuco junto a un enorme topetón sobre una chimenea que debajo en el suelo tenia unos troncos para encenderla.
Ester no quiso comentar nada de lo hallado a la mujer y se mantuvo callada, mientras veía a la lugareña, sacar los suministro del interior de una enorme cesta de mimbre, que iba poniendo encima de la mesa, para luego ir hacia la lacena y sacar una caserota, encendió el hornillo y empezó hacer la comida, mientras lo hacia, iba contando le que el ayuntamiento pagaba todos los gasto de la casa y comida más su servicios. Diciendo le que se sentara que le iba hacer un buen desayuno, para que se repusiera del altercado de la noche anterior. Ester se encontraba débil, se sentó par comer aquella redonda tostada de quesillos pronunciados y bien hornada y regad de aceite con muchos ajos, sal y guinda picante que le supo a glorias, lo mismo que la mezcla de café, achicoria y cebada tostada, infusión que le tonifico el cuerpo, agradeciendo le a la mujer sus atenciones, mientras esta seguía con su tarea espalda a ella, su enorme trasero no dejaba de mover, lo manejaba con soltura igual que su cuerpo que era grueso distinto al de su marido que era lo más enjuto que se puede ver.
Ya más relajada Ester, escucho unos golpes en la puerta y sintió sobre salto, enseguida Aurelia fue abrir dando le paso a un desgalgado hombrecillo que venia con una carga de leña sobre sus espaldad para la chimenea que descargo en un rincón de la cocina y quitando se la gorrilla que giraba entre sus dedos, le dijo que el alcalde quería verla y sin más pero mirando de reojos se marcho.
La muchacha fu hacia su habitación y se dispuso a vestirse quitando se la bata, tomo un vestido que estaba terciado sobre una silla y se lo puso pero antes se aseo por partes como la noche antes lo había echo, llenando la porcelana del jarro lleno de agua que esta en suelo. Una vez fiscalada
se dispuso a ir al ayuntamiento par ver que se le quería, despidiendo de la mujer que seguía trajinando en la cocina, abrió la puerta, la claridad la deslumbro, al sobre pasar el umbral, la brisa marina le acaricio el rostro que sintiendo el fresco sobre su cuerpo.
Los pescadores estaban trajinando y se dio cuenta que la casa estaba sola que no tenía ninguna al rededor y que en el muro trasero había restos de un liquido rojo, sintió miedo al recordar los ruidos de la noche antes y se animo mirando hacia el mar y que lo mejor era acudir a la llamada del alcalde.
Una vez rebasado parte del camino que era de arena, entro en la primera calle del pueblo que la llevaría hasta la casa consistorial, en su interior enseguida un alguacil, la llamo la atención y la introdujo en el despacho del mandatario, que era un hombre rechoncho, de cara curtida y manos ásperas que sintió al saludarlo pon el fuerte apretón que recibió que le quedo el anillo volado y incrustado en la carne. En el pelo del hombre aun quedaban huellas de haber sido rubio, sus ojos eran azule y la mirada picara. Una vez hechas las presentaciones y aclarado lo referente al cobro, llamo a un alguacil par que la condujera hasta la escuela.
Ester iba al lado del alguacil andando ligera con presura, pues el hombre parecía tener prisa, cuando se paro de golpe delante de una casa de planta baja, que al mirarla, se le cayeron los palos del chozo, estaba ruinosa y al abrir se la puerta, dejo ver un salón, enorme con una pizarra medio descolgada y una venta al fondo, junto a una puerta que daba paso al patio o recreo por llamarlo algo, todo era desolador, el patio pequeño sin árboles, pues si lo hubiera visto habría quitado espacio de juegos a los crios y tímidamente pregunto y los servicios, el hombre al escucharla hizo un gesto de asombro y le contesto los niños donde pueden, las niñas y usted venga, abrió una medio puerta pues no llegaba hasta completar el marco y señalo un agujero en el suelo.
Como todo estaba visto, el hombre fue empujando a la mucha hasta fuera, cerrando la puerta y entregando le la llave y que la escuela empezaba mañana, sin más se despidió y la dejo sin saber que dirección tomar y que hacer.
Caminando llego a las casa que le habían destinado, llamo, nadie le abrió empujo la puerta que cedió, Aurelia se había marchado y en el interior, se iba sintiendo el buen olor de la comida que la mujer había quedado lista para ser degustada.
Antes de comer fue hacia el patio a revisar su hallazgo, todo estaba igual, pero se dio cuenta que no había percibido en su descubrimiento en la pared una argolla con restos de cuerda atada a ellas, sintió escalofríos y temor a que llegar la noche y otra vez le asalto la idea de volver a su casa, con los suyos, que poco se imaginaban el lugar donde estaba, tenia que ir a la telefónica y hablar con ellos y decirle que se iba que se encontraba insegura, pero como el desfallecimiento hacia huellas se fue hacía el fogón, destapo la olla y el olor la resucito, era la ora de comer después tomaría la decisión más oportuna..continuara




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