SON TARDES
La tarde caía y fuimos como siempre a jugar aquella pared, casi derrumbada donde nos reuníamos, allí comentábamos las necesidades de cada cual.
Los juegos siempre eran los mismo, el más divertido !M.LADRON Y MINISTRO".
Esperabamos a la noche, cosa que llegaba pronto y teníamos que interrumpir al escuchar la voz aguda de las madres en la puerta de la casa pidiendo nos que nos fuéramos a casa.
Nos resistamos a regresar a casa y ella se entraba y al rato volvía y mas vociferaba, pero lo bueno era si al salir la madre al llamarnos encontraba a otra vecina, se ponía a charlar, se olvidaba de todo, pues a la vez que estaba de chachara, por el rabillo del ojo vigilaba a su hijos.
Cuando el frió entraba en los pies de la madre de tanto tiempo parada, hablando de repente le entraba la prisa, llamaba a sus hijos, muy interesante tenia que ser la critica para aguantar el frió de los pies.
El juego quedaba interrumpido y todos a regañadientes, íbamos refregándonos por las paredes, quejándonos, resistiéndonos, mientras las madres a empujones no introducían en casa.
En la camilla estaba el padre y los abuelos, al calor de la lumbre, sonrientes esperando nos, en la camilla había un tazón enorme de leche fresca y recién ordeñada de la baca del lechero a migo de la casa, que suplicio tomar aquella leche de sabor tan denso, que mi padre suavizaba migando nos mucho miajon de pan blanco con galletas, con mucha azúcar, haciendo un amasijo que entraba divinamente y nos gustaba.
El abuelo, decía a la cama, si era martes o miércoles, estaba el programa infantil de radio Madrid "Matilde Perico y Periquin, era a las nueves, costaba trabajo llegar a esa hora, después de tanto batallar durante el día .
El sueño mirando aquel radio Ondina, con su luz palpitante y su trasformador que saltaba cuando la tensión bajaba o subía, oyendo al abuelo decir, que espabiláramos en ir nos, a la cama, que los lobos iban avenir y era mejor esta dormidos, lo escuchábamos mientras los parpados iban cayendo lentamente y pesadamente. Cuando íbamos acostar nos mirábamos debajo de la cama, por si acaso.
En el lecho, una vez acostados, los hermanos juntos nos pegábamos unos con otros, para sentirnos, algunas veces se clavaba las uñas de los pies por si el lobo llegaba, si uno dormía el otro permaneciera alerta.
De pronto en la noche las campanadas de la parroquia, de la plaza de abastos o Santa Clara daban la hora y todo se alteraba eran toques pesados alertando de las horas de la madrugada que iban pasando.
ISABEL CORONADo
La tarde caía y fuimos como siempre a jugar aquella pared, casi derrumbada donde nos reuníamos, allí comentábamos las necesidades de cada cual.
Los juegos siempre eran los mismo, el más divertido !M.LADRON Y MINISTRO".
Esperabamos a la noche, cosa que llegaba pronto y teníamos que interrumpir al escuchar la voz aguda de las madres en la puerta de la casa pidiendo nos que nos fuéramos a casa.
Nos resistamos a regresar a casa y ella se entraba y al rato volvía y mas vociferaba, pero lo bueno era si al salir la madre al llamarnos encontraba a otra vecina, se ponía a charlar, se olvidaba de todo, pues a la vez que estaba de chachara, por el rabillo del ojo vigilaba a su hijos.
Cuando el frió entraba en los pies de la madre de tanto tiempo parada, hablando de repente le entraba la prisa, llamaba a sus hijos, muy interesante tenia que ser la critica para aguantar el frió de los pies.
El juego quedaba interrumpido y todos a regañadientes, íbamos refregándonos por las paredes, quejándonos, resistiéndonos, mientras las madres a empujones no introducían en casa.
En la camilla estaba el padre y los abuelos, al calor de la lumbre, sonrientes esperando nos, en la camilla había un tazón enorme de leche fresca y recién ordeñada de la baca del lechero a migo de la casa, que suplicio tomar aquella leche de sabor tan denso, que mi padre suavizaba migando nos mucho miajon de pan blanco con galletas, con mucha azúcar, haciendo un amasijo que entraba divinamente y nos gustaba.
El abuelo, decía a la cama, si era martes o miércoles, estaba el programa infantil de radio Madrid "Matilde Perico y Periquin, era a las nueves, costaba trabajo llegar a esa hora, después de tanto batallar durante el día .
El sueño mirando aquel radio Ondina, con su luz palpitante y su trasformador que saltaba cuando la tensión bajaba o subía, oyendo al abuelo decir, que espabiláramos en ir nos, a la cama, que los lobos iban avenir y era mejor esta dormidos, lo escuchábamos mientras los parpados iban cayendo lentamente y pesadamente. Cuando íbamos acostar nos mirábamos debajo de la cama, por si acaso.
En el lecho, una vez acostados, los hermanos juntos nos pegábamos unos con otros, para sentirnos, algunas veces se clavaba las uñas de los pies por si el lobo llegaba, si uno dormía el otro permaneciera alerta.
De pronto en la noche las campanadas de la parroquia, de la plaza de abastos o Santa Clara daban la hora y todo se alteraba eran toques pesados alertando de las horas de la madrugada que iban pasando.
ISABEL CORONADo
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