LA MIRADA DE UN SUEÑO SE CLAVA EN LOS CRISTALES
No hay mirada ni sueños que pasen por tu lado y no sientas el parpadeo de la mirada del observador, que va andando sobre las nubes de un pensamiento anidado en los rincones de tu sentimiento.
Mirar es ver o simplemente contemplar una casualidad que se esparcía en cuanto deja nuestra mirada visual.
Canto miramos y que poco vemos, el verde de los prados, al atardecer, toma el color grisáceo del anochecer.
El pardo de la tierra variada en cada telar del paisaje, que se vuelve parda cuando los pasos de la noche dejan sus pisadas en la mullida tierra de labor.
Ojos que quieren mirar, la de veces que cambias su visión, sin saber ver su trayectoria de mirada albergada, en unos rayos luminosos que son su pupilas.
Mirar y ver es difícil, darle a los ojos al menos unos instantes del día que sean dueños de sus miradas, que se posen y se deslicen, por lo prohibido hacia donde no queremos que sean suyos, que es lo que que nuestro sentir derrama en su propiedad que es una mirada.
Es vano caminara sin mirar , si al hacerlo evades cuestiones y te fijas con la mirada a la altura de tus ojos, veras que salen a tu encuentro todo lo que estaba escondido por tu falta de ver, una rama de un árbol que ha empezado a brotar, la flor que se marchita, que ignoraste por prohibirle a tus ojos que miraran hacia dentro de tus pensamientos monótonos.
Mirar dentro es pensar sin ver pues dejas que pensamientos extraños, que se apoderen de tu mirar, distraída y sientas ignorancia de lo vello que es mirar.
Mirar es des cubrir cada día que hay una luz, también una oscuridad, que el cielo se nubla y es azul.
Que el bien es un cuadro para miradas selectas, y el mal para tiranos, que los ojos de tu visión descubrirán, a veces por convenios, aremos mejores cuando te avisan que los ojos son para ver.
Ver y mirar querer y observar, caminara y acariciar, todo va unido a un repique de miradas, que se alegran cuando nosotros dejamos que se expandan y caminen por el horizonte, en equilibrio, sin dejar de ver una estancia, un sol, el mar.
Mar sol, puesta de sol sobre un horizonte, donde a lo lejos divises esa barquita que todos los atardeceres, pasa por el filo del horizonte, te morosa de dejar que se vaya, queriéndolo a parpar.
Puesta de sol, donde mis ojos se apoderan del sol, el brillar sobre las aguas caminan escamas marinas rumbo hacía sus rayos que se repliegan sobre las olas que rapidas van hacia la orilla de la playa donde tu mirada es dueña de la quietud de un mundo que es feliz, navegante de miradas que se posan en las crestas de los vaivenes de un mundo lleno de miradas libres, llenas de visiones que se reflejan en las tranquilas aguas de tu paz que es la mirada interior. .
ISABEL COORONADO
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