Mi pequeña historia de Almendralejo

martes, febrero 14, 2017




                           




                                                 EL SURCO HERIDO POR UN MAL ARADO.




                              
Las heridas se agarran en el alma cuando la dificultar se va engendrando, nunca se cose sobre roto en un nido de confusiones, como la cepa que el arado agarro y las ruedas de un tractor  sucumbió en el olvido, sobre un cielo engendro de nubes, que se mecían  sobre la sombras de lomas que evadían el  horizonte, que nunca a sus ramas alcanzaban.

Cuando el borrico: aquel de pelo blanco, fue remplazado por las potentes rejas de un arado que anulo la fuerza del borriquillo nunca logro vencer.

 Siempre fue el cielo su cobijo, cuando la lluvia caía, sobre, el alma se sentía,  unida por una sabana de nieves que nunca el cielo alcanzo.

 Sembrados tan grandes que la mano se agarra par arrancar la raíz, que fue el principio de las fuerzas que mandaban, el núcleo de una tierra que mecía, se negaba   pues daba, pero no era agradecida y aquella tierra daba mas y mas.

Una vec se canso de ver su prado que pario de las entrañas de la tierra  y como era pisoteado por las manos ásperas de la indiferencia y la tierra se volvió terruños duros, que no se podían limar.

Y el hombre  le pregunto porque la lluvia no la mojaba  y el mensaje  lo dejo sobre un filo de nostalgias olvidadas lindas.

 Que mas daba,  el abuso del que la tierra pensaba ser amiga  y vio que las cosas eran miradas sin ver,  que las ideas eran toboganes mecidos por hilos que rompían las palas del arado.

  Cuando  los horizontes eran lejanos, que el sol nunca se volvería a poner sobre el prado lleno de espinos, que el hombre no lograba arrancar.

 Vinieron tiempos esperados, pensados y la tierra se canso de ver rotos sus líneos des  sus us raíces y se convirtió en el yermo, que se canso de espera.

 Las miradas se volvieron  a esconder en las entrañas, nave de entrañas donde salio pues el exterior era la margarita de la incertidumbre..

Hizo senderos sobre daños que nunca se forman de una helada, sintiendo los recuerdos, de  aquellos que nunca volverán.

 Chozo de pajas en prados de  días, andante de caminar, de sentir el sentimiento, sin saber en que fue lo malo o lo bueno refugio de recuerdos.
Cuando la tierra quiere, se refugia en el amor nunca se sabe por ella misma en que punto no hizo bien la cosecha ni como todo se fue.

ISABEL CORONADO

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