Mi pequeña historia de Almendralejo

domingo, noviembre 24, 2024

 

JOSÉ CORONADO CANO  14-3-2017



 



 

José Coronado Cano, emprendería el día 10 de mayo un camino sin regreso, dejando un espacio en la senda a generaciones venideras con un legado lleno de la historia popular de Almendralejo.

José Coronado Cano era un entusiasta de la cultura y autodidacta de ella. Gustaba  transmitir sus sapiencias del pasado y de lo vivido  en un Almendralejo tan distinto, por suerte, al que hoy disfrutamos.

Le apasionaba hablar de los campos que desde niño transitó montado en borriquillos, mulas etc. Conocedor de caminos, veredas, padrones y pozos del término de Almendralejo.

Persona generosa, como la tierra que pisaba cada día, su inteligencia y sabiduría en situaciones y momentos vividos le ayudó para obtener la noble carrera de ser Hombre de Campo, cuya especialización sólo lo logran los años y aún así no todos consiguen la Diplomatura, al ser la naturaleza difícil de conocer. Cuando la vida de la planta depende del labrador, como las personas de un médico, si el tratamiento no es el adecuado el paciente no arriba y puede perecer al igual que la planta.

José como otros de su época tomó el oficio de labrador a lo mejor porque no había otra opción, le gustaba o porque venía de una casta de labradores, que les transmitieron el arte y oficio de conocer con maestría la tierra y su evolución sobre los sembrados.

Con pena veía como el oficio se iba perdiendo, opinando que sería bueno que los mayores dieran conferencias y enseñaran trucos y conocimientos, que en ocasiones Peritos Agrónomos habían aceptado.  El hombre de campo con la práctica de años y sus observaciones sobre la planta, sabe reaccionar ante una epidemia, con experiencia puede evitar anomalías que puedan surgir, tratando cada vez de forma distinta según venga el ogaño (año) y se presente la cosecha. Haciendo al labrador Catedrático con sus trucos, técnicas y modos adquiridos por ellos y conocimiento recibidos de padres a hijos, como tomar de referencia las fases de la luna para descargas de vides y olivos,  porque puede ayudar a dar buena cosecha y lograban que la planta produzca más, esta profesionalidad es difícil encontrar en los libros.

Como buen labrador adoraba la naturaleza y sufría por su degeneración, gustaba asomarse al campo al atardecer a sentir el viento suave, que se expandía sobre la sementeras y barbechos despidiendo aroma a hierba fresca, que siente el resencio del ocaso del día. Le encantaba coger ramilletes de margaritas silvestres y obsequiárselo a su mujer, decía que no había mejor ramo de flores, florecillas silvestres que con humildad florecen en las lindes de los caminos, sin más pretensión que alegrar la vista del caminante a su paso por los senderos.

Le apasionaba el arte del injerto, fue uno de los primeros en saber tal oficio aprendido de su padre Juan Coronado, al igual que sus hermanos Antonio y Dionisio.

Una de sus preferencias pasear, cuando sus nietos eran pequeños gustaba de llevarlos por los lugares de nuestro pueblo y del campo, contándoles cuentos e historias.

 Persona de gran fantasía, en las noches de verano gustaba rodearse de sus nietos y de los niños-as de su calle, que sentados en corro en sus sillitas le escuchaban contar dos cuentos mezcla de realidad y ficción, El de la Pata Larga y el de la Coguta, siempre era la misma historia, con variaciones y cambios de entonación e interpretación al hacer la narración. Estos cuentos fueron escuchados por varias generaciones, los que los oyeron recuerdan aquellas veladas al calor de la candela o de la mesa camilla, o a la luz de las

 luna en las calurosas noches de verano, narraciones que todos los niños esperaban para deleitarse con los cuentos de José, con uno de ellos su nieto César consiguió un premio en la semana de la juventud del ayuntamiento.

Fue un gran hombre descendiente de una buena casta y de gran Corazón  fiel a  ideales y creencias. Siempre estará con sus hijas.

Isabel Cornado Zamora

 

 


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