Manuelita y Pinto
A la muerte de mi madre sentí tanta pena que tuve la necesidad de escribir este cuento que vais a leer dedicada a ella, pues el mar le encantaba.
PINTO Y MANUELITA
Había una vez en una playa de nuestro litoral un cangrejo llamado Pinto, por el color de su caparazón y su amiga la cangreja Manuelita, dos buenos amigos que cuando bajaba de la marea y las rocas quedaban al descubierto, gustaban tomar el sol sobre ellas, allí jugaban y se adormecían.
Un día que compartían juegos entre las rocas vieron a cercarse a un niño y a un padre, con unos enormes estridentes para pescar cangrejos, que al darse cuenta de ellos intentaron clavárselo en sus caparazones.
Manuelita y pinto más rápido que ellos lograron ocultarse debajo de una roca, sus corazoncitos empezaron a latir y a sentir mucho miedo y los dos cangrejos aterrados se cogieron de las pinzas de sus patas, esperando que los visitantes se cansaran y se marcharan, cosa que no fue así, cuando el papá que estaba dispuesto a darle gusto a su niño, con gran esfuerzo levanto la gran roca donde se refugiaban nuestros amigos, quedando al descubierto.
Pinto viendo el peligro soltó a Manuelita y de un empujón la desplazó a una pequeña laguna donde quedó oculta por las algas, mientras Pinto se defendía con gran voracidad de las manos que intentaban cogerlo.
Al final tuvo que rendirse ante sus cazadores que contentos lo introdujeron en un cubo de playa con agua, el papa con el niño le hicieron en la playa una piscina de la cual intentaba salir, pero en cuanto lo lograba era introducido otra vez en ella, el papá, para que no se escapara no tuvo mejor ocurrencia que atarle a una de sus pata con un sedal de pescar, el niño de la mano se dispuso a pasear al cangrejo por toda la playa.
Pinto agotado y humillado no tuvo más remedio que rendirse para sobrevivir, padeciendo sobre su frágil cuerpo todas las diabluras, por ser la única manera de vivir, mientras desde lo alto de una roca, Manuelita veía el sufrimiento de su amigo.
Al caer la tarde lo metieron en el cubo de playa y trasportado a una casa don de el buen Pinto creía poder escaparse, pensando que el niño se cansaría cuando terminara el día y lo devolvería tal vez al mar, ya que el había accedido a todas sus calaveradas, todo el tiempo y pensaba que ese sería su premio a su buen hacer, ya que ni una vez había intentado, agredir con sus enormes pinzas los deditos de su opresor.
Una vez en la casa, Pinto sacó sus ojos, de antena por encima del agua y vio de pronto, la enorme nariz con gafas de la abuela del niño, que intentaba ver y cogerlo del cubo, para cocerlo, era un suculento cangrejo, y cocido sería un buen manjar y dispuesta, lleno una cacerola y hecho sal, poniéndola en la lumbre, con intención de introducirlo, mientras los borbotones del agua empezaron a salpicarles sus patitas, ,momento que la mano de la abuela, fue sujetada por la del papa del niño y quintando le el cangrejo, que asía esta muy enfadado, lo introdujo otra vez en el cubo, de la playa que tapo, para que no se escapara, prohibiéndole a la anciana, que no intentara hacer tal cosa, pues el crustáceo era un buen entretenimiento para su hijo .
Así fueron pasando las horas, de madrugada, Pinto oyó unos suaves pasos, desde el rincón de la cocina donde se encontraba, viendo entre la abertura un enorme perro, que olisqueaba y de un hocicazo, cayo la tapadera hacía un lado y el chucho, empezó a lamer el agua y a beberla, hasta que de dio un salto hacia atrás, al ver al monstruo que intentaba irse al fondo, Cuando se fue reponiendo el can, lentamente se asomo al cubo y vio al asustado Pinto, que emergía y el perrito le pregunto, que hacía metido donde el solía beber, nuestro amigo le contó toda su tragedia, penas y como iba a ser su final en cuanto el niño se cansara de él.
El perrito muy apenado, pues también estaba harto de los malos tratos del niño y mientras escuchaba, pensó que hacer para salvar a su nuevo amigo y después de mucho cavilar tuvo una idea , dando un salto dijo ya lo tengo: mira todas las mañanas muy temprano me sacan a pasear a la playa, haremos lo siguiente: meteré mi pata en el cubo y tu subirás por ella, como tengo mucho pelaje, te ocultaras en él y te agarras fuertemente, y una vez en el mar me introduciré y tu te sumergirás y volverás con tú querida amiga.
Y así lo hicieron, cuando el papa lo saco a pasear al perro, Pinto se agarro, fuertemente de los mechones de su pelo y su corazón volvió a palpitar y sentir la brisa, al irse introduciendo en el mar.
Manolita, que reposaba desconsolada en las arenas del fondo, al ver a su amigo, se abrazo mientras oía a su amigo, contarle como había logrado salvarse, gracias a un buen amigo, que al igual que él era maltratado, por su pequeño amo.
Entonces los dos compañeros, idearon como salvarlo de tantas travesuras, padecidas y al día siguiente cuando lo sacaron a pasear el perro, volvió a introducirse en el agua del cuvo la pata,al tiempo, se asían a sus patas una s pinzas enormes de cangrejos, que iban unidos unos con otros formando una enorme cuerda que tiraban fuertemente de él y a gran velocidad lo transportaban sin a penas tocar el agua, depositándolos en una isla en los confines de los mares del Sur, donde fue feliz con sus amigos Manuelita y Pinto. Sacando una moraleja para aquellos niños que tienen animales, que deben querer pues también sufren si somos malos con ellos.
Isabel Coronado Zamora.
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