CAMINAR POR EL CAMINO MOLINO
Nunca pensaron que su encuentro en un lugar pudiera suponer la estancia en una llanura inmensa, las tinieblas iban cayendo sobre las sementeras.
Caminaba por las veredas, sintiendo el barro que la lluvia había dejado impregnando los surcos dejados por el arado.
Prados llenos de bellezas donde nunca la mirada se llena bastante de imagines, donde las cumbres llenas de nubes, dejaban señales de lluvias, que pronto empezaron a caer sobre los paraguas, que protegen a los caminantes.
Pasos unidos a conversaciones de gratas palabras, llenas de comentarios, que iban uniendo a los caminantes que les hacía disfrutar, sintiendo el repiqueteo de la lluvia, pisando charcos que sus humedad le trasmitían sabor a campo.
Llanto que la lluvia derramaba haciendo brillar en la suave penumbra, sobre laderas encinas de ramas batidas de un chirivi, que iban desprendiendo los restos de aguaje, que permanecía refugiada en sus hojas que pesadamente se depositaba sobre la hojarasca y los refugiados.
Lluvia que se inicio aconsejando un resguardo al paseante, sin borrar el sendero embarrado, sintiendo las primeras pisada que se depositaban después de descampar dejando señales de pasos iniciados sobre veredas que la sabía la naturaleza nunca hace desaparecer.
ISABEL CORONADO
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