Pantano de Alange, en su cota más alta
VIAJE
Viaje a los confines de los sueños donde el punto y sentido se alcanzan, con los mormullo de la inmensidad.
Nunca encontré a nadie, ni supe quien se asoma en cada peldaño que sentía salir de entre la brumas que me indicaban, donde iba y venia.
Se fundieron, el saber con la ilusión, supe que alguien estaba, cuando vi salir la mano que me conducía a ese punto deseado, llamado centro gravitatorio, donde el cuerpo se siente atraído por fuerza que te a rastran a las inmensidades del sus cociente, rescoldo de los sentidos vividos, refugio de nostalgias paisajistas.
Vi salir el Sol, corrí, las brumas se despejaron, los llanos asomaran entre las cortinas de los vientos que me hacían flotar.
Me llevaban hacia las cumbres coronadas de sapiencias que me decían; corrí refugiándome, en el saber que era la mano que me tendía y me daba el entendimiento del saber.
Que no dejamos, que asome en nuestro sentir; sentimiento que apareció con fuerza llorando, quiso atraparme, pronto fui absorbida por la sonrisa que se refugia en una grieta de las cumbres, que me arrastro hacia el valle verde, donde las aguas corrían, me arrastraban, refrescaban, y me depositaban en una orilla llena de flores blancas que me embriagaron, despertando de mi aventura.
VIAJE
Viaje a los confines de los sueños donde el punto y sentido se alcanzan, con los mormullo de la inmensidad.
Nunca encontré a nadie, ni supe quien se asoma en cada peldaño que sentía salir de entre la brumas que me indicaban, donde iba y venia.
Se fundieron, el saber con la ilusión, supe que alguien estaba, cuando vi salir la mano que me conducía a ese punto deseado, llamado centro gravitatorio, donde el cuerpo se siente atraído por fuerza que te a rastran a las inmensidades del sus cociente, rescoldo de los sentidos vividos, refugio de nostalgias paisajistas.
Vi salir el Sol, corrí, las brumas se despejaron, los llanos asomaran entre las cortinas de los vientos que me hacían flotar.
Me llevaban hacia las cumbres coronadas de sapiencias que me decían; corrí refugiándome, en el saber que era la mano que me tendía y me daba el entendimiento del saber.
Que no dejamos, que asome en nuestro sentir; sentimiento que apareció con fuerza llorando, quiso atraparme, pronto fui absorbida por la sonrisa que se refugia en una grieta de las cumbres, que me arrastro hacia el valle verde, donde las aguas corrían, me arrastraban, refrescaban, y me depositaban en una orilla llena de flores blancas que me embriagaron, despertando de mi aventura.
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