PUESTA DE SOL CON BORJA
He pasado junto a mi hijo Borja unos días deliciosos, valorando su grata compañía, sus conversaciones en monosílabos, sus ansias de avanzar en la vida.
Los paseos sintiendo la arena de la playa bajos mis pies, mientras el vaivén de las olas me hacían saborear la sensación de sus caricias al chocar con mi piel.
Las puestas, al final del día, viendo al sol ponerse en el confín del horizonte aveces llenas de brumas y espejismos haciendo que la redondez del solaz, se fuera deformando.
Sentados sobres las broncas piedras del Espigón salpicada por la espuma de las olas al chocar con las rocas.
La caída del Sol sobre el mar, me lleva a ese mundo donde lo bello se unía con las visiones que se depositan sobre la estela solar, que avanzaba sobre las aguas, dejando se, caer, cansada sobre la orilla de la playa, mientras las aguas luchan por borra el reflejo luminoso, que con su fuerza se impone a las olas, rebeldes, que con su humedad le dan más brillo al resplandor de sus rayos que se entiende hacia la la arena de la orilla.
La brisa rebelde, imponiendo sus suaves caricias, que se deposita en hombros, y en las palabras de la conversación de los dos.
Cuando mirábamos el mar, la pasión que ambos sentimos hacia este rincón, nos hacia tomar esa estela. Iniciando un caminar por las escamas de las olas, que formaban la alfombra, para llevarnos a ese mundo luminoso donde entras en el túnel, que va corriendo al filo del horizonte, para disfrute de visiones de nuevos lugares donde la noche y el día va de un lado hacia otro.
Que días tan llanos tan lisos, donde hemos disfrutado como hacia mucho tiempo paseando por una playa tan bella, limpia como estaba mi espíritu.
ISABEL CORONADO
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