VÍA FÉRREA DE ALMENDRALEJO
Tren de paso por un lugar que nunca se fija al pasar, raíles impersonales sobre los senderos de lugares anónimos, las vistas se estiran y alejan caminando por cielos diversos que nunca toman el color que uno desea.
Caminos andarines, el viandante, se posa sobre la hierba verde, temprana recia de ver pasar los hielos por encima de ella.
Tren que galopas y saludas pensando llevar alegria con su silbato cantarín, anunciando la llegada.
Ida y vuelta, pasar llegar, a sombro sobre apeaderos, estaciones vacías, pasajeros que no llegan, que se alojan en medios de trasportes.
Romanticismos de tren de ventanas por donde el pasajero, subía y bajaba maletas, sacando el cuerpo, agitando manos.
Avisando a los que le esperaban su llegadas y despidiéndose de ellos.
Mientras caminas arrimada a la paz de la vía, disfrutando de conversaciones dinámicas, fijándonos en vides, dormidas.
Barbechos en letargo, por felicidad de saciarse de savias, para apoderarse del granos que la próxima otoñada se deposite sobre sus surcos ávidos de hacer renacer vida en forma de esplendido tallo de grano.
Nubes que viajan sobre nosotros pasando rápidas, buscando refugio en las laderas de los montes, vagando de un lugar a otro, saciado de agua lugares secos donde el agua caída, es saboreada por plantas que buscan con sus raíces agua en las entrañas de la tierra de secano.
Isabel Coronado
Tren de paso por un lugar que nunca se fija al pasar, raíles impersonales sobre los senderos de lugares anónimos, las vistas se estiran y alejan caminando por cielos diversos que nunca toman el color que uno desea.
Caminos andarines, el viandante, se posa sobre la hierba verde, temprana recia de ver pasar los hielos por encima de ella.
Tren que galopas y saludas pensando llevar alegria con su silbato cantarín, anunciando la llegada.
Ida y vuelta, pasar llegar, a sombro sobre apeaderos, estaciones vacías, pasajeros que no llegan, que se alojan en medios de trasportes.
Romanticismos de tren de ventanas por donde el pasajero, subía y bajaba maletas, sacando el cuerpo, agitando manos.
Avisando a los que le esperaban su llegadas y despidiéndose de ellos.
Mientras caminas arrimada a la paz de la vía, disfrutando de conversaciones dinámicas, fijándonos en vides, dormidas.
Barbechos en letargo, por felicidad de saciarse de savias, para apoderarse del granos que la próxima otoñada se deposite sobre sus surcos ávidos de hacer renacer vida en forma de esplendido tallo de grano.
Nubes que viajan sobre nosotros pasando rápidas, buscando refugio en las laderas de los montes, vagando de un lugar a otro, saciado de agua lugares secos donde el agua caída, es saboreada por plantas que buscan con sus raíces agua en las entrañas de la tierra de secano.
Isabel Coronado
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home