Mi pequeña historia de Almendralejo

miércoles, marzo 30, 2016


                                         
ESTE BAR ESTUVO EN LA CALLE REAL de Almendralejo





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Los recuerdos, cuando pensamos en ellos, sentimos con nostalgias de lugares y momentos, rodeados de seres que formaban un espacio.


Ninguna década, se desarrolla igual, luchas de la juventud para imponer criterios, vencer lumbrales, que solo lo hace la ilusión de los primeros pasos que empiezas andar en la vida.


Las vivencias, de un tiempo, van quedando agazapadas en recuerdo sobre colinas verdes, llenas de ventanas, que eliges asomar al recuerdo que sale a tu encuentro, vistos sobre papel de traza sin pulir,  al recordarlo, uno y otra ved.
Cuantas  prohibiciones de padres, que se repetían en formas heredadas de los suyos, aburriendo a las personas jóvenes.


Un día cualquiera de tu vida, surgen de pronto una imagen que te hace levanta la cabeza, perder la vista en un punto.

 Ver delante de ti aquel día cuando fuiste a tu primer guateque, en una casa vieja, que era la tendencia donde se solían hacer estas reuniones.

Siempre divertidas, llenas de música, producida por los discos que un encargado de poner y quitarlos, cuando terminaban en un tocadiscos cuyo dueño presumía de la colección.

 Lo mejor era la iluminación, de luces a las que habían puesto papeles de colores, que tenían que estar alertas, pues cuando le daban el calor se derretían los papeles charol.

La misión era que la luz fuera tenue, para ello uno de los chicos estaba pendiente de poner el papel, lo que pasa es que cuando se descuidaban embelesados en la música y con las chicas, el papel empezaba a derretirse y al intentar quitarlos se pegaba en los dedos y saltaba de dolor.

 El joven esta acción, le hacía recibir regañinas, cuando la luz se fundía o explotaba.

Esto  también era una excusa, para que el lugar quedaba más en penumbras, rincones que era propicios para conversaciones, de músicos de moda o canciones del momento, dando se importancia unos y otros por tararear las canciones memorizadas en inglés y saber más de músicos de moda.

En un rincón un joven, se quejaba, pidiendo que le remplazara, otro a poner canciones en el tocadiscos, pues el disco tenía dos canciones por cada cara un lujo tener un "Ele pe".

 Era todo pura anécdota, a las 10 de la noche, se acaba todos, para casa.
 El camino por calles embarradas, pocos iluminadas.

Empandillas contando  lo divertido del baile o lo aburrido si algún pesado por el hecho de haberte invitado al guateque te había dado la pelma siendo pesado y acaparador.

Los padres, esperando la llegada de las jóvenes, intentando protegerlas de  la oscuridad, reinante y del mal estado en que estaba la calles, esperando las en la esquina, la llegada de la hija, aguantando el chapuzo cuando llovía,  hasta que llegaba la joven, caminando por calles en el invierno solitarias, embarradas y con poca luz.


Me parece ver a mi padre esperándome, pues me daba mucho miedo llegar hasta casa, para llegar a ella  había una cuesta abajo muy pronunciada,  ambos lados de ella,  carros de varas, y el camión Pegaso del Sani aparcado.

Mis amigas vivían  tres calles más arribas de mi casa, por lo que la última en llegar a casa, lo hacía sola.

Como cuento, mi padre o madre me esperaban en la esquina, si llovía con un paraguas aguantando y empezaba acorre desde la parte más alta  a una velocidad  cuesta abajo,  por el miedo que no me importaba correr por el medio de la calzada, por todo el barros,   llegando los sal picones hasta la cara.

 Sola aminoraba la carrera, al oír  la voz  de mi padre, que salía de la oscuridad diciendo -- no corras que estoy a aquí.

ISABEL Coronado


ISABEL CORONADO

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