Mi pequeña historia de Almendralejo

domingo, febrero 07, 2016


CAMINO DE SANTA MARIA 



Bajo la potestad de los que rodean las polémicas, los que se sientan sobre montañas en la humilde tierra de una caricia llena de sentimientos, que bagan por los hilos que tejen y hacen sentir los abrazos olvidados, que los sentimientos son los que mandan sin frontera ni mandos,  ni información que los sentidos llaman cada día a la puerta de las palabras, que  son todos los que se siente en menor estancia de la culpa del camino.

Si todos los hombre poderoso se abrazaran y miraran a la punta de sus zapatos, que marcan,  plegarias de ayuda en  un sendero que va al descampado de la envidia, donde el rico es pobre y el poderoso se siente sin abrazar.
Que punto es el inicio y el final de un paso que se gira, al siguiente sin saber donde apearse, de la tierra que cada día nos contempla, espejo de los que estuvieron pensando que eran el centro del mundo, que poco vale ser el fuerte, por los caminos que son ampara de todos los andantes, calentados por el mismo sol que ilumina la tierra de energia y se pone en el mismo horizonte que todos, vemos ocultar, y llenar de corazones plasmados en el cielo que es refugio de todos los humanos que pueblan el mundo.
Sol de la energia del  caminar de la lluvia que riega, campos de de Barros fuerte, cuando se harta de agua, indómito  de dominar, se agarra, al que pasa a su lado, que hacer  que el paso sea pauso casi parado, por el  barro rojo que se agarra a los pies.

Tierra que se siente en el alma, haciéndote sentir la libertad de  su corazón que emite cantos de sirenas,  sin equivocar pactos olvidados llenos de libertad,  no dejando que nadie embarga y copie los escritos de papeles al aire.

El lugar que ofrece diferentes visiones, en lo que nos va diciendo de su importancia , las piedras esparcidas sobre surcos, indicando hacia donde nos lleva, ellas con su quietud van marcando terreno y se reflejan en nuestra visión, vemos que fue  el lugar.

  Estuvo colmado de viandantes, peregrinos, iglesia con espadañas que daban los toques, de las hora y del ángelus, donde los campesinos se quitaban el sombrero y quedan quieto dejando el que hacer para escuchar el repiqueteo de la campana mientras oraban.

El camino sorteado de encina, jarales, adelfas, marcando el sendero que llevaba ala iglesia  .
A lo lejos el horizonte lleno de un bosque colmado de arboles, que se comía el horizonte.

  La posada del judío, que habitaba en el lugar,  refugio de generaciones y de trato. Quien se refugiaban en las entrañas de un lugar donde cada semana paraba la diligencia de  viajeros, se apeaban en la posada a pernotar.

La posada en la esquina, la puerta hacia el poniente mirando hacia, otro camino, el judío era su dueño su hija las mas bella, le ayudaba, viendo bajar de la diligencia a las damas  con sombrero que la hacían elegantes.

Pasajeros sentados en aquellas mesas de olivos, unas pegadas a otras, en aquel humilde, donde las habitaciones de camas de hierros con jergones de paja de maíz, habitadas por sudores viajeros chinches y pulgas.

ISABEL CORONADO

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