NUBES EN ALMENDRALEJO
Nubes sobre el barro, cuando el viento sopla sin ser compartido, nubes despistadas mecidas por el viento, que va volando sin ser camino sobre planta en cultivos donde la mirada sin soledad de gentes que se quedaron en la vida.
Arenas en las manos que suave se marcho, con la mirada, que lo ve todo que siente lo que quita y ponen necesitando, un sentido en lo que olvido, dejaron en el Jato, de los los pensamientos.
Arenas en las manos que suave se marcho, con la mirada, que lo ve todo que siente lo que quita y ponen necesitando, un sentido en lo que olvido, dejaron en el Jato, de los los pensamientos.
Zapatos rotos que sueñan, con encontrar un recodo en aquel padrón, que alcanza las nubes en los senderos perdidos entre olivares que se retuercen, buscando descanso del sol radiante que se poso sobre sus copas, sin ver un horizonte, que colme los sueños del arado sobre tierra roja, pegada en la piel.
Nubes en el horizonte sobre el padrón redondo, meciendo las pavesas de una candela de sarmientos recién quemados para ser apagado y convertido en picón.
Nublados que tomáis agua, de cualquier riachuelo perdido en las regateras de caminos sin retorno, que se posan sobre abrazo de sentimos,.
Tierra, agua, ruidos de arrullo sobre los cristales de la helada, espejo de reflejos de un paisaje, que asoma entre los penachos, sin dejar que el trueno se escape.
Tierra, agua, ruidos de arrullo sobre los cristales de la helada, espejo de reflejos de un paisaje, que asoma entre los penachos, sin dejar que el trueno se escape.
Las nubes se van queriendo reposar sobre la piedra, despojo de aquella edificación, que el desplome hizo sonar y quedo oculta entre guijarros.
Que bonito es mis campos con sus colinas y llanos, sin quitar ni poner, ni ver, que todo son sones, que no queremos ni compartimos, dejándolo olvidado, en las pliegues de los barbechos, como un paso que arranca dejado en la cuneta sin querer mirar en soledad sobre la tierra.
Mirada de transeúnte en senderos olvidados, que te sorprende y deja acaparar lo que fue, sin dejar olvidada en la barranca que al paso se posa sobre una mirada, que aprieta el paso sin dejarte apoderar la soledad, de un paseo que va y viene por los contornos, de un punto del termino para regresa aquel collado olvidado, que nadie vio lo bonito que se divisa, en una llanura infinita rodeada de cumbres que van sin querer luchar, sin apoderarse, de un pasado, queriendo estar enlazadas unas cumbres con otras, dejándose apoderar de una nubes, que adsorben, las copas, sin ver la lejanía.
ISABEL CORONADO
ISABEL CORONADO
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