OTOÑO EN ALMENDRALEJO
El otoño al irse yendo se va agarrando al buen tiempo, sus hojas no quieren marchar, de las ramas que las cobijan se niegan a soltarlas, en su sueño otoñal pronto las ráfagas de viento las aran soltar, dejando las caer y haciendo las sentir las pisada de los transeúntes, que al caminar aran sus paso sentir y las hojas buscaran refugio en los rincones helados.
Los astros, miraran la inmensidad conocida, en el limite de un ser que da forma a las ramas, alojo de hojas, que se fueron, por los caminos de vivir en soledad con el cariño.
Quizás, si a si fue la espera en quietud de la vista, donde la sinceridad de vivir, fue un reto de conocer barreras con el mundo, que el cansancio de saber y conocer amores, de un campo lleno de amapolas y hojarasca en los caminos, hicieron disfrutar sin saber como luchar sin pensar que era distinta.
Navegando por un instante, sabiendo que la felicidad estaba en llorar y amar, sentir los sueños alcanzados en un momento navegar por las estela del universo .
Hojas que caen y vuelan por la inmensidades de de la inocencia, agarro la cometa de un relámpago, que hizo, logro hacerlo navegar, con la fuerza de un trueno, por llanuras y montañas sin rumbo, por cumbres heladas.
Hojas del otoño en su ultimo despertar, caen, sobre la cera, despegando se, de las ramas, de arboles callejeros, volaran envueltas `por el viento que las impulsara y formaran alfombras que amortiguara pasos.
Latidos de un otoño retrasado, que les dejara ver las navidad, luces navideñas se reflejaran sobre las hojas caídas, hojas que flotan, en su caída.
Divertidas de ser libre, de buscar aventuras, cansadas de ver, debajo de sus ramas, queriendo buscar horizonte, volar viajar y dejarse se caer en veredas y surcos dormidos, de cepas, invernales, buscando refugio de las heladas áridas, convirtiéndolas otra vec, en una energia que dará vida a próximas hojas.
ISABEL CORNADO
El otoño al irse yendo se va agarrando al buen tiempo, sus hojas no quieren marchar, de las ramas que las cobijan se niegan a soltarlas, en su sueño otoñal pronto las ráfagas de viento las aran soltar, dejando las caer y haciendo las sentir las pisada de los transeúntes, que al caminar aran sus paso sentir y las hojas buscaran refugio en los rincones helados.
Los astros, miraran la inmensidad conocida, en el limite de un ser que da forma a las ramas, alojo de hojas, que se fueron, por los caminos de vivir en soledad con el cariño.
Quizás, si a si fue la espera en quietud de la vista, donde la sinceridad de vivir, fue un reto de conocer barreras con el mundo, que el cansancio de saber y conocer amores, de un campo lleno de amapolas y hojarasca en los caminos, hicieron disfrutar sin saber como luchar sin pensar que era distinta.
Navegando por un instante, sabiendo que la felicidad estaba en llorar y amar, sentir los sueños alcanzados en un momento navegar por las estela del universo .
Hojas que caen y vuelan por la inmensidades de de la inocencia, agarro la cometa de un relámpago, que hizo, logro hacerlo navegar, con la fuerza de un trueno, por llanuras y montañas sin rumbo, por cumbres heladas.
Hojas del otoño en su ultimo despertar, caen, sobre la cera, despegando se, de las ramas, de arboles callejeros, volaran envueltas `por el viento que las impulsara y formaran alfombras que amortiguara pasos.
Latidos de un otoño retrasado, que les dejara ver las navidad, luces navideñas se reflejaran sobre las hojas caídas, hojas que flotan, en su caída.
Divertidas de ser libre, de buscar aventuras, cansadas de ver, debajo de sus ramas, queriendo buscar horizonte, volar viajar y dejarse se caer en veredas y surcos dormidos, de cepas, invernales, buscando refugio de las heladas áridas, convirtiéndolas otra vec, en una energia que dará vida a próximas hojas.
ISABEL CORNADO
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