A MI TIO JUAN MANUEL "APODADO EL NIÑO"
APODADO EL NIÑO
Quiero agradecer a la persona que ha honrado, mediante sus recuerdos, la memoria de “el niño” (mi padre) y que Isabel ha sabido tan bien plasmar públicamente en este blog.
Es cierto que era tal como lo describe usted, pues así es como recuerdo a mi progenitor, un hombre sencillamente honesto, campechano, confiado y generoso en dar su aprecio a la gente buena. Que junto con mi madre logró, a pesar de las dificultades del momento, impulsar hacia adelante a sus cuatro hijos.
El único ¿pecado? que algunos dicen cometió y por el que le castigaron, sufriendo cautiverio final en un campo de concentración gallego, antes de ser liberado sin cargos, fue el de servir en las filas del legitimo Gobierno que el pueblo había elegido, pues estuvo en un cuerpo del ejercito mayoritariamente leal a derrocada Republica, de ahí la represalia. Sus valientes ideales fueron aplastados en la contienda civil, pero no consiguieron doblegar su animo y esperanza progresista de un mundo más justo para todos.
Me queda la humana satisfacción de que, en vida de mi padre, las Leyes de un Gobierno democrático transmitieran, a través de un pequeño gesto compensatorio, la habilitación y reconocimiento por su contribución de lealtad y servicio a este país, porque no todos han podido ver o recibir este merecido acto de justicia.
Mi padre no solía presumir de nada, no soy yo quien para hacerlo ahora en su nombre, pero como hijo si puedo decir que me siento muy dignificado de haber tenido tan buen padre. Y como persona quisiera dar las gracias a toda la gente y a los jóvenes, que como él, en activo u en pasivo, se sacrificaron por defender valores de libertad.
También quiero hacer constar, como descendiente suyo, que me enorgullece (entre muchas otras razones) que mi padre venciese, con propia voluntad, el social alcoholismo crónico de la época debido al daño moral, físico y genético que toda guerra causa. Es síntoma para mí de que, al irse corporalmente de este mundo habiendo superando esa fina atadura, sanó tales heridas.
Señor MAXIMILIANO CLEMENTE . siempre es un grato honor saber de la existencia de nobles personas como usted, que recuerdan a otra buena gente, ello mantiene viva la relevante luz de los que supieron amar y siempre serán queridos, por sus hechos u forma de ser.
Gracias otra vez. Salud para usted, su señora y familia.
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