COMO SUCEDIÓ

Aquella noche se nos hizo tarde y empezamos a caminar de prisa, por divisar las luces del pueblo, que ni en la lejanía se tenía constancia de ellas. En una de las curvas del camino, sentimos una presencia alargada que poco apoco se iba incorporando con un paso rápido a nosotros, giramos la cabeza, era un ser des proporcionado.
Difícil de reconocer, sentimos miedo y empezamos acorrer y él al compás nuestros. Al llegar a una curva estábamos agotadas de la carrera y la silueta seguía pegada a nosotras, y esto nos hizo reanudar la carrera, la figura se arrastraba y estaba cansada, pensamos que no nos alcanzaría, pero todo en vano continuaba.
Agotadas, con espasmos en el vientre por la carra, el dolor nos dificultaba pero el miedo nos lo hacia olvidar y reanudar el paso.

Tanto corrimos que llegamos a la entrada del pueblo y la sombra nos había adelantado ahora corría delante de nosotros todas acobardadas nos sabíamos que hacer pues nos estaba rodeando y la figura se dividió en dos y nos cerraba el camino.
Nos plantamos y cogiendo un palo del suelo y una gran piedra, nos dirigimos a la pesadilla que no se apartaba y cuanto más nos acercábamos más se alejaba.
Así hasta entrar en el pueblo y descubrir que la figura que nos perseguía y aterraba era la oscuridad que con la luz de la luna, lograba que nuestros cuerpos proyectaran sombras semejantes a fantasmas que nos hicieron sentir miedo y terror y como decía mi madre”UN MIEDO ABERIGUADO UN GATO EN EL TEJADO”
ISABEL COROANDO ZAMORA