CAMPIÑA DE ALMENDRALEJO
Mérida estaba empezando a entenderse por el Hospital, que había sido realizado en medio de olivares con las sierras de Arroyo San Servan al fondo, la inmensa campiña que se íba hacia el horizonte. Cuando entre en el hospital con mi hijo en las entrañas, era noche, calurosa, un 26 de junio, la madrugada fue abrazando al día, el parto se fue acentuando, las ansias de la nueva vida que se revolvía, buscando la salida a la vida.
En el paritorio solo se oía el zumbido del corazón de la nueva vida, en los pasillos, un fondo de partidos televisivos, trasmitiendo el mundial de Argentina. Sanitarios que entre intervención y parto mas curas, hacían breves parada para ver como iban los partidos.
Cesar llego impetuoso a las seis menos cuarto del día 27 de junio del 1982, rollizos con unos puños que se comía y chupeteaba mientras lloriqueaba, con deseos des descubrir la vida.
Cuando me lo pusieron en mis brazos, vi a un ser que me iba a llenar de cariño, amor, deseos de hacer feliz, de dar, poco, recibir y saborear la vida.
Cuando llegue a la habitación nunca olvidare al depositarme en la cama y poner la cabeza en la almohada el olor de las sabanas a manzana, el roce suave y tranquilidad de tener aquel pequeño ser junto a mi.
El prado que veia, a trabes de la ventana, se apodero de mis sentidos dan dome placidez y descanso.
Gracias a la comadrona que me asistió se llamaba DOÑA JUANA MARIA, una gran profesional y el doctor VALVERDE hijo
ISABEL CORONADO
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