Mi pequeña historia de Almendralejo

miércoles, mayo 28, 2014






RECUERDO DE LA CRUZ DE MAYO---EN ALMENDRALEJO

La historia que os voy a contar fue narrada por José y Manuela, en un patio, que la primavera llenaba de colores, perfumes y golondrinas anidando en las tejas, trinos, que les acompañaron, al dejar el sendero de la vida un once de mayo.

Aquel patio, ya no tienen flores, ni frutales y las canciones cantadas por sus dueños, solo suenan en los oídos del recuerdo.

Patio que hoy rechaza la soledad, añorando las tardes primaverales y serenas, de fluidas charlas con vecinos y en las noches de estíos, bajo un cielo estrellado con brisa de aire gallego, acompañados por amigos y niños, que con embeleso escuchaban, historias, leyendas y cuentos, narrados por José, que lograba  interesar e intrigar a los presentes.

Y es que este patio al llegar mayo, se llenaba de belleza y vida, las gotas de rocío, parecían reír de gusto, al deslizarse por las hojas y chocar con los rayos del sol, al filtrarse entre las ramas, logrando frondosas plantas, llenas de flores para la Cruz.

Llamado así al pequeño altar realizado en un rinconcito de la casa, sobre una mesa, donde, escalonadamente, se colocaban cajas vacías, que eran cubiertas con una sabana y encima se iba depositando estampas, figuras de santos, jarroncitos llenos de flores y margaritas silvestres, que  José,  dando paseos, cogía al principio del camino de Villafranca y hacia ramilletes para la Cruz de Mayo.

Antaño frecuente ver en casi todas las casas de Almendralejo, donde al atardecer las vecinas se reunían, a rezar el rosario, cantar la salve y recitar poesía las niñas.

También solían poner un platito para la que quisiera dar alguna perrita, para el mantenimiento de la cruz, cosa que rara vez pasaba

Pero el tres de Mayo era la romería de la Cruz, muy festejada por los Almendralejenses de la época, que en gira iban a Monte Virgen, ermita que se encuentra, en las orillas del rió Guajira, entre Villalba y Aceuchal.

Cada barrio tenía su Jira, de la calle la Fuente salió una muy grande, compuesta por amigos como Francisco el de “Gualupe”, José el de “la Nena”, Alonso “el Marruño”  Pedro el de “Higuerita”ect.

Hubo un año, que un carro tuvo un desgraciado accidente, que provoco esta canción, recopilada con la ayuda de Engracia Coronado y su hermano Domingo y decía así.

De Aceuchal a Monte Virgen
un carro ha volteado
y las niñas que iban dentro
que mal han quedado
Las niñas de la Gira del Altozano
que mal se han portado
que no se pararon a socorrer
al oír  los gritos que allí se oían. Una decía, mi pierna, otra mi pie.
Ahí virgen de las Nieves
un manto te regalamos.
Y por el suelo rodaban
los chorizos y quesos
y Maria Josefa decía
Por dios Bruno, recoge eso,
y Bruno le ha contestado,
Déjate de tonterías
lo que quiero es que te pongas buenas.
Como venias Mariquilla.

Gozo la Gira de la Cruz de mucha tradición, donde mozos y mozas, iban montados en carros engalanados y tirados por mulas que emprendían el camino hacía Monte Virgen, gentes que iban y venían disfrutando del ambiente de las “jiras”.

A la salida del pueblo, en la carretera Aceuchal se ponía una feria con puestos de golosinas, quincalla ect.

No todas las Giras iban a Monte Virgen, muchas se quedaban en la Caseta de Peones Camineros, en la curva conocida por Medía Legua; otra más cerca o antes de llegar “al Escambrón”, tierra baldía, cubierta de espinos.


Al llegar la “jira” a  Aceuchal era costumbre parar y entrar en las casas que tenían sus puertas abiertas, para ver las Cruces de Mayo, que tuvieron fama por su belleza, donde eran obsequiados con dulces caseros. Después de la parada, se proseguía hasta Monte Virgen, donde se pasaba, la jornada, comiendo, cantando y bailando.

  La bulliciosa juventud, disfrutaba del día y campiña, salteada de amapolas, margaritas y lirios, que cubría la pradera donde tenía lugar la fiesta.

Las mozas, iban ataviadas con mantones y coloridos pañuelos cubriendo la cabeza que también adornaban con ramilletes de flores y los mozos con pantalón de pana fina, faja, chanbra, sombrero de copa alta y botos finos.

Gira llena de historias y anécdotas, como la ocurrida a un romero, que andando y envuelto en una manta volvía de la romería y por mucho que apremio el paso se le hizo de noche y al pasar por “el Escambrón”, sintió que le tiraban de la manta, cosa que le hizo sentir tanto miedo, que quedo paralizado, pensando que pudiera ser un Alma en Pena o la Santa Compaña y tartamudeando empezó a pedir que le soltaran y le dejaran marchar.

Al venir el día unos labriegos que iban a sus quehaceres, lo vieron y le preguntaron que haces Perico, que le estas pidiendo a los espinos que te suelten, este que se vuelve, ante las risa de los presentes, vio, que sus miedos y temores era tan solo maleza y no tuvo mejor ocurrencia que decir; menos mal que son espinos que si es una persona me lo cargo.

 Y sin más salio acorrer ante las burlas y risas de los demás.
Tradiciones que cuestan mantener.

ISABEL CORONADO




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