EL CORONA VIRUS
EN NUESTRA EXISTENCIA
Un viernes que ha pasado.
Tengo la sensación como si el mes de marzo no lo estuviera viviendo.
Que los días fueran aletargados, esperando recuperar la libertad que teníamos y que disfrutábamos, un derecho vital.
Es un mes en mi vida blanco y negro, sin matices .
Ha veces me asomo al balcón para contemplar el naranjo que debajo de el crece, acariciar sus hojas el olor azar de sus flores que están abriendo.
Necesito el viento que choca con él para que vuelva a refugiarse sobre mi rostro con olor azar y verdor.
Ver el cielo para sentir que estoy aquí en la tierra, que el mes de marzo se acaba, junto con pensamientos y deseos que quedaron en las hojas del almanaque sin hacer.
Que mes de marzo tan distinto, no recuerdo en mi vida uno igual. Los he tenido crueles como la enfermedad de mi madre y otras cosillas.
Pero tengo salud y al despertar abro la ventana, no importa como este el día, si esta lloviendo me agrada que me moje las gotas de lluvias.
Ver los nublados que corren hacia su destino.
Mirar las palomas que bajan de bajo de mi balcón y nunca las vi.
Sentir el trino de los pájaros refugiados en el naranjo.
Sentir que estoy bien y mis seres queridos están sanos y de pronto miro al horizonte y lo veo azul y es como si la esperanza viniera hacia nosotros.
Ser fuerte es un paso y el siguiente un trote y el prosimo una carrera y el siguiente la cima de la meta.
ISABEL CORONADO ZAMORA
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