ALMENDRALEJO NEVADO-C/ESPRONCEDA
AVECES
A veces la
sensación se une a una suave y no estar a ver y comprender y asumir las nubes
que a veces aparecen en tu ser.
Con la suavidad
de la nostalgia, donde aparecen notas en nuestra frente y las tomamos y las
hacemos sonar, sentir y pervivir en los
oídos.
Las notas, se van
esparciendo, se deslizan y detrás de ellas me voy y viajo, posándome, junto a
ellas en un suave prado que el viento hace que vuele y la brisa las van
alejando y de pronto los picos nevados de una cumbre nos hace vislumbrar, tanta
blancura que nos ciega y nos detenemos, sobre las laderas cubiertas de blanca
nieve, que pisamos y tocamos y apretamos
con las manos y la dejamos en libertad.
Las notas nos arrastran falda abajo de la
montaña hacia un pueblecito de pocas casa, de sus chimeneas sale humo y un
suave olor a pino.
Y caminamos por sus calles y con las notas
vamos chocando con sus paredes y de pronto vemos la salida del pueblo y
caminamos por helados senderos y nos posamos sobre trineos, que inician una
marcha por una loma y tomamos velocidad e impulso, Que nos hace volar y
posarnos en un lago helado, que dejamos y volando divisamos, un bosque de conifieras,
tan altas, que sus copas tapan el cielo y el viento las hace quejarse y dejar
caer una suave aroma que se une con el musgo y la hojarasca .
Andamos por
veredas mirando los troncos caídos y quemados por rayos.
Pasamos por encima de ramas, para pasar
pequeños riachuelos, cantarines, que alegres bajan, corriente que los lleva a unirse
con otro manantial del que bebemos, una rica agua fría, con sabor amargo.
Las orillas están llenas de plantas olorosas y
de pronto un ruido y he despertado de un viaje que me ha llevado con mi
subconsciente, al encuentro de sensaciones, que relajan el espíritu y el alma.
ISABEL CORONADO ZAMORA
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