TIERRA DE SECANO
En las esquinas de los mundos donde cada uno paramos y las soledad se derrite como un asomo a la oscuridad .
Cuando la altura sea empezar, meta de un destino que se veta hacia ese pueblo, donde cada uno nacemos, sobre las brisas de viejas viñas caladas en el secano soportando la azada de los deseo del labrador, resistido a su fe en la tierra de labranza, donde la esmeralda se mezcla con el rojo del surco.
Sonreir al cielo de colinas, de nubes en lomas de vientos, que se mesclar con los molinos locos, que baten las ramas de olivos, de refugios de sus ramas, pidiendo socorro del hachal, que deja caer cada poda, de un fantasma que en la noche encontró refugio para dormitar.
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Nunca una tierra estuvo en colinas, que se cortan en cumbres labradas en sueños que luchan en la intensidad de la labranza de Tierra de Barros.
Tierra de barro corazón de una comarca donde la puesta de sol sobre el Padron redond se hace la maravilla del secano.
Sonido de clarines en el escenario de la sementera de trigo dorado movido por la brisa de un corazón errante que se marchita sobre la suplica del corte del secador que infiel e ingrato lanza su tajo con querencia sin saber si el sentimiento de un hogaño le hará prospero su viento.
Toques de trompetas al atardecer traídos por una briza que mueve las hierbas de las cunetas buscando refugio de las oscuras horas de la noche.
Como los perdidos quince años, que se sienten agrios al recordar un tiempo que parecía eterno y que ya solos, no esta en ningún favor, ni música de guateques, en una barranca del camino sin comprender, vacíos, sin negar la resistencia del junco, dejando el ayer, en una felicidad campestre, sin dejar partir la distancia.
Veranos de sequedad , sin veredas que no savián de la ida ni la vuelta, sin los abrazos que la tierra seca daba en un precario nunca el supo olvidar.
Que fue del los labradores que se pasearon por los caminos, en lomos de sentidos burriquillos, conocedores de la dureza del veranos, unidos al frió del invierno, lleno de incertidumbres, de bocas abiertas, piel quebrada de olivares, refugios de calores y calentados con sus madera.
Misterios de tierras perdidas, sin sentir futuro que se refugio en secretos, sin día sin saber ni importar, sabiendo del amor que cada día quedaban en cada paso en el secano
ISABEL CORONADO
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