SURCOS DE TIERRA DE BARROS
Nunca un día fue igual ni una poda a la otra.
El campo esta lleno de imágenes de viñedos formados por perfectos surcos.
Como si el guía que lo planto fuera el alma que engendra el amor al buen hacer de los sentimientos de un trabajo digno.
Ver a atreves del cristal del coche, pasar un surco tras otro de viñedo recién podados, buscando en las entrañas de la tierra, un agarre de nutrición para la nueva cosecha.
Bajo el subsuelo que engendra la tierra de un destino, un hombre rico en visiones abrazado por el silbido del viento, sobre la llanura marcada por la sombra de una nube llorando.
Sobre el aliento del orgullo amigo, que fue a conocer las llanuras inmensas del pensamiento, saco de sabidurías que caminan sin encontrar los abrazos, que fueron marcas de las fronteras del mas ni el menos, ni del venir sin ir sentados sobre un asiento formado por la forja de uno mismo.
Esclavos sobre los surcos que buscaste el amor de un trabajo, engendrado en el camino de una tierra poderosa, nunca el mas listo fue el hombre, que pensó, sin meditar, se fue sin saber, que unas manos son el lienzo de una bandera sobre una frontera, marco de las tierra rojas de secano bravío.
El saber del sabio, el rico del amor del trabajo, de puestas de sol bajo las ramas de un olivo, que formo la frontera de los sentimientos, sabidurías de pensamientos, engendros de raíces marcadas por la profundidad del saber, de creencias, de decir soy el surco mas viejo sobre esta tierra, amparo de un horizonte que se esfuma bajo la mirada del tiempo.
ISABEL COR0NADO
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