LA IMAGE
Me senté y vi que
todo era nuevo, una imagen me miraba desde el altar, siempre estuvo allí y no
repare en sus colores y pensé, Cuantas plegarias, suplicas, y promesas abra
escuchado y presenciado delante de ella.
Mis ancestros, de seguro que también fueron a pedirle
a la imagen que tuvo su casa en medio del campo, ermita guardada por un cura que
vivía en una casita rodeada de una fértil huerta.
Tuvo que venir
una guerra y la casa de la imagen tomada y cañoneada y los lugareños temieron
por su imagen, aquella donde depositaba una vez al año, suplicas y promesas y
decidieron llevarla al pueblo para que no sufriera daños.
El buen religioso era mayor y se quedo en aquella casita que
pronto quedo aislada, nadie frecuentaba la ermita al estar sin la imagen, de la
que los lugareños eran devotos.
El sacerdote,
pidió que no se la llevaran que el la protegería, todo fue en vano.
El lugar por ser
cruce de caminos, era parada obligada del caminante y de conversación con el
cura, que ofrecía al viandante, hortalizas mientras saboreaban compartían una
calabaza llena de agua fresca del manantial.
Pronto se dejo
de frecuentar y el sacerdote de recibir
visitas, como era ya anciano, sus
fuerzas fueron mermando y por más que
luchaba por mantener aquel lugar este se fue deteriorando y sus paredes
derrumbando, los pastores lo fueron usando de refugio de lluvias y fríos y el
pobre, sacerdote, sin fuerza con pena recodaba tiempos alegres cuando venían de
todo la comarca en romería.
A la paz que las
fuerzas del cura iban mermando, la ermita se iba derrumbado y los santo que
eran menos venerados, saqueados o entrados en la tierra al derrumbarse las
paredes.
Un día el
sacerdote se canso de vivir y emprendió el camino del cielo. Y el lugar se fue
olvidando y donde hubo una casita y huerta y ermita se convirtió en un prospero
viñedo.
Y la imagen de la
ermita fue llevada a otra mas segura y luego a la parroquia y allí se fue
olvidando un poco su historia por los habitantes del pueblo.
La imagen desde el
altar mira y recuerda aquellos tiempos cuando entraba el sol y el aire del
campo por la puerta llenando de olores de flores silvestres su ermta.
ISABEL CORONADO
ZAMORA
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