Mi pequeña historia de Almendralejo

lunes, diciembre 15, 2025

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     NAVIDAD  EN UNOS ESPACIOS 

         



Había llegado diciembre como siempre era un mes que nos llenaba de alegria, poco sobraba en casa y las carencias en el barrio eran semejantes, pero cuando diciembre llegaba, sacábamos las zambombas, sonajeros, realizados a bases de latillas machadas una sobre la otra, sobre una madera con una punta que atravesaba las chapas.

Cuando la tarde iba convirtiéndose en anochecer, salíamos todos a la calle,  si no íbamos casa por casa, llamando en las  casa de los vecinos llamando a los amigos para que todos juntos fuéramos por las calles cantando,  haciendo sonar zambombas y sonajeros.

Con canciones navideñas, nuestros cantos alegraban a la vecindad, que salían ala calle, en puerta de sus casas empezaban a cantar canciones navideñas con nosotros.

Eran sonidos que nunca he olvidado, quedado en los sentidos de recuerdos de aquellas navidades.

Los niños cantaban sin cesar esperando la golosina que los mas dadivosos nos daban, .
Juntábamos las garrapiñadas,  trocitos de turrón de Castuera, que cuando terminábamos el recorrido, nos íbamos a casa de algunos,  allí al calor del brasero repartíamos nuestras golosinas.

La navidad en cada casa eran escasas con pocos adornos, en la mía era la única que mi madre había heredado, un belén mal trecho, todos los años lo montaban con alguna figurita que iba incorporando, con las pesetinas que iba ahorrando en una hucha todo el año.

Un año mi padre se presento en casa, con un pino que no sabemos como lo adquirió, pero el sabia que teníamos ilusión de tener uno, el nos trajo uno enorme que cuando paso la navidad lo llevo a un lugar y lo replanto, volviendo  agarrarse a la tierra que abandono por unos días.


Lo mejor de la navidad eran las reuniones, en las casas solo lo hacíamos cantando sin cesar con una copa de licor 43 y una botella de anís Espino.

Los turrones eran escasos, igual que las golosinas, los regalos de los reyes tan pocos que duraban de un año para otro.

Con imaginación en verano  la muñeca desaparecía,  en en reye vestida de distinta forma, la encontrábamos, en los zapatos, lo mismo pasaba con el triciclo que con distinto color o el caballito de cartón igual que el camión de latòn.

Las calles eran una gran familia, socorro de escaseces, tiendas familiares que en navidad traían polvorones una caja  que iba vendiendo a cuarto quilo.

Unas cuantas barra de turrón duro y otro blando, era lo que se compraban, un cuarto de figuritas, calabazate almendras rellenas.

En cuanto pasaba la noche buena, el día de  pascuas, se comía las sobras, que eran pocas sopa de boda o pepitoria, que era comida por la mediodía, luego estaba el segundo día de pascua, mitad festivo.

En esta fiestas, salías de paseo a la calle real paseando por ella, mi padre como era socio del Obrero Extremeño íbamos en Navidad que había fiesta.

La noche vieja se festejaba poco, nos comíamos las uvas escuchando por la radio las campanadas y  a la cama.

El año nuevo era el santo de mi madre, las vecinas venían a felicitarla, ella hacia prestiños, rosquilla fritas con una copa de anís Espino, 

Era una forma de empezar el día, una charla, saboreando los dulces que eran obsequiadas, con aquellos dulces, realizados con tanto cariño,  agradecidos en un tiempo.

 Como digo que la calle estaba llena de una amistad que acabo con la marcha de aquellos vecinos que juntos viajaron al firmamentos, saboreando aquellos prestiños, alegrándose con el sonido de los sones de zambomba y sonajeros con canciones de niños.

ISABEL CORONADO

domingo, diciembre 14, 2025



                                                      NAVIDAD





Todos los años llegaba la navidad , despacito sin apenas darnos cuenta, el frio de diciembre,  oscurecían rápidos eran días sin apenas tardes.

El frio fino, ese que se colaba por las astillas de las puertas, el olor del humo que cuando revocaba el aire dentro de la chimenea se entraba para dentro de la estancia haciéndonos, llenando los lagrimales de una llantina.

El fuego de la chimenea, estaba echo de cuernos de cepas y sarmientos, unidos a ramas de poda de olivos  que al estar a un verde ardían mal y daban un olor a "Zorruno".


Los cuentos navideños eran tan imaginativos, que hacia que esperáramos ilusionados que vinieran del campo de los quehaceres de jornalearía, sentarnos alrededor de la chimenea debajo de aquel enorme topetón.

Cuanta fantasía había en aquella paredes, imprimidas, el rugir de las cañas del techo cuando la escarcha se adueñaba de la arcillas de las tejas, y el calor de la candela, convertía en agua, que rodaba sobre las canales, cayendo el agua en el tarro o tinaja del patio.


Pronto venían vecinos a curiosear, a sentarse, buscar sitio para recibir, calor que había que repartir.

Mi abuelo con el pitillo en la comisura del labio, se levantaba, abría la puerta de la cocina,  se colocaba bien la pelliza sobre los hombros, se calaba la gorrilla, miraba para el cielo, diciendo siempre que estaba raso que no iba a llover.

 Cosa que siempre era lo mismo, una vez, cogidos los troncos,  abrir la puerta y volvía entrar en la cocina, se iba a la chimenea, hurgaba la lumbre, colocando bien la leña, se refregaba las manos, la ponía cerca de la lumbre para calentárselas.

Todos expectantes, para que  empezaran, con sus relatos, comiendo, aceitunas machadas que  tanto gustaban,  escuchado la lluvia, caer en encima de las tejas.

Eran atardeceres lánguidas, en que pronto se mesclaba, con la noche, caminando por las mentes de los presentes.

Un silencio se hacia presente era como si todo se parar, solo se escuchaba el desvencijado reloj de la abuela que le costaba marcar el tiempo.

De pronto uno salía diciendo, que en las noches de inviernos siempre con la llegada de la navidad, en las casa aprecian duendes, que dormían en las ramas de los arboles, que entraban en las casa buscando calor.

Era necesario quedar encendida la chimenea con lumbre, era mejor que durmieran, para evitar su magia, que con la llegada de la Navidad, se volvían revoltosos, haciendo que los regalos se acababa rápidos y abecés no habían bastantes para todos los moradores de las casas.

Y como  los duendes, eran muy frioleros, buscaban casa calentitas, para hacer realidad, los deseos, no gustando las casas frías, no eran su preferidas.

Quien vieron estos duendes, contaban, que tenían cascabeles en sus orejas, para hacerse sentir, pues no querían ser vistos, eran llamados  los duendes de la navidad.

Intentando consolarnos, de esta manera,  la posibilidad de la carecía de un presente en la mañana de reyes.

Tambien gustaban que tuvieran los pies limpios los habitantes de la casa, de hay que la noche antes todos la noche antes, corrieran a lavárselos, refregando con estropajo de soga, calentando agua en un cubo, de cid arrimado a la candela que ponía el agua tan calienten, que abecés los pies mas que lavarlos el agua los escaldaban, pero aguantaban para que el jabón desecho con el calor es comandaran mas 

El orador proseguía, pero al hablar todos a la vez, se daba cuenta, de las carencias falta de fantasía, riendo, proseguía,  que creer es tener fe, ser listo, evitar a los espabilados, que esos son los que no quieren los duendes.

El caso era entrar en situación los presentes, que el que llegaba y se iba incorporando a la tertulia, haciendo que la interrupción, quitara emoción a la historias.

En contador, sabia darle emoción a la estancia, solo bastaba mover los troncos que las chispas chillaran que saltaran con el puñado de sal que le echaba a la lumbre.

La paredes tomaban vidas, reflejaban sombras que se movían, accionadas por el viento que entraba por la chimenea, que hacían, que las sombras de la paredes empezaran a tomar movimientos.

Y mas cuando alguno se revolvía, en la silla estas se hacían crecer, como si el duende viniera hacia uno.

Eran dueños de sus temores,  historia llena de miedos, cada uno le sabían, de sus miedos, diferentes llevados en su ser, que los hacían caminar por encima de las cabezas, de los presentes que los  arrimaba, al que estaba a su lado, sintiendo el miedo en sus espaldas.

Cada presente hacia dueño de la historia que, por temor, no hablaba por ser centro de las risas y quitar el el encanto del miedo, acabando todos por si acaso terminar la velada, diciendo que duendes hay.

 Seguro que los sentimos, son invisibles cada cual los lleva en sus hombros y colorín colorado hasta mañana, que era hora de cada uno se fuera con su Mochuelo a sus casa.

A si terminaba la velada.

ISABEL CORONADO



miércoles, noviembre 05, 2025

UNA CANCION  



Una canción navegando por un piano que forma canciones , de una noche de verano o de invierno.

Otoño era una estación lánguida llegaba enseguida después de la feria ya estaba todo listo para lavar telones como decimos en Almendralejo cuando se acaba la vendimias ,

Cuantas canciones habremos escuchado en nuestra vida, sin embargo solo algunas o poco mas quedan en nuestra grabación cerebral.

El significado del momento que envolvió nuestra cita en ese momento.

Cuantas veces habrá caminado escuchando las canciones,  mientras comías después del "parte" como en aquella época se llamaba el informativo.,

Que tiempos aquellos que no fueron buenos, totalmente de carencias y sacrificio.

Hasta el agua un bien preciado, había que acarrearla y en ese momento recuerdo yendo, al lado de mi madre con una cantarilla pequeñita, comprada en la feria.

 Íbamos por agua al pozo de la esquina a por agua, para beber y todo lo que la casa, se necesitaba, que Acarreo tan laboriosa y padecida.

Era el momento en el camino, que se hoy la radio de la vecina y ella cantando la canción llamada ( Hay Tani que Tani) fue muy famosa en su época.

 Han pasado años, cada vez que la recuerdo, escucho aparece la imagen que os cuento.

Muy temprano la vecina ponía, la emisora de Radio Badajoz, mientras desayunaba en la cocina de la casa, al calor de la candela, en el suelo saliendo el humo por el hueco enorme de la chimenea, oyendo la lluvia, que entraba, al chocar con las llamas, que la estaba esperando la atrapaba, resistiéndose a la lluvia, chisporroteaba, escuchando la canción, de Antoñita Moreno el Cordón de mi Corpiño.

Mi prima la cantaba tambien que en las reuniones se pedía que la cantara y era muy solicitada.

La que perdura siempre es el recuerdo de mi padre, a la vuelta de trabajo y una vez aseado, cenado me dormía, cantando la canción de los Gaditanos que Bonita es mi niña.

La que siempre esta en mi tan cercana, es la canción de mi enamoramiento .

Como cualquier jovencita, cantando una melodía, que siempre se queda en una imagen con sabor a verbena, alumbrada con bombillas,  que palpitantes aguantadas por un madero en el centro.

Eran pases de bailes, descuadrados mal llevados, mientras el mas bailarín iba marcando el pasodoble al son de Suspiros de España.

Cuantos sones han dejado bajos el son de una música, la diversión, de una juventud que aguantaba con deseo de no volver a  casa .

La música forma parte de nuestra vida, melodías que son pasillos con sonidos de nostalgia .

Un son, un evento un comentario, que se rueda sobre nuestra capacidad que uno quiere.

Sin pasar por la irregularidad, de los abrazos deseados de la memoria, que golpea sin tener conciencia, de un invento que va empujado sin peso de prueba, sin tener un brazo móvil, que te lleve a un baile con un chico. El sonido de una escalera que te hace sortea dificulta ,des

Huma de un ser sobre rueda, de una unidas sin ver los toques de un presupuesto.

La maravilla de ser

La maravilla de un compromiso que hace la felicidad, de poder ser una nostalgia sin parar en una amistad en una siesta sin viaje de la nostalgia.

Isabel coronado





domingo, noviembre 02, 2025

 

los DIFUNTOS




Era en tiempos pasados  un ir y venir por la carretera de Mérida, muchos días antes del 1 de noviembre  en ir a limpiar donde yacían sus seres queridos.

Era normal ver puestos de flores sobre todo crisantemos y dalias.

Solían alumbrar  las lapidas con grandes faroles de aceite que iluminaban a los difuntos.

La carretera era un ir y venir de gente y cuando llegaba primero de noviembres, se iba toda la carretera en aquellos años todos las orillas con  arboles con troncos centenarios, serpenteando la calzada. era un gran desplazamiento de personal del pueblo.

Un lugar habitual de vender flores era en la puerta de la ermita de Santiago, tambien en frente del convento de San Antonio.

 En un local que serbia para la venta de flores a la vez era para poner la maquina del cine de verano de San Antonio cuyo cerramiento era de cañas y como digo en la cera de enfrente, estaba el proyector y taquilla.

Prosigo con el día de los difuntos, era costumbre, ir dando la vuelta por el cementerio viendo lapidas que todas ella estaban con fotografiadas de los difuntos.

 Mientras iba con la cesta donde estaban la "Chaquetia"  compuesta de un pero ( manzana), castañas, nueces, higos.

Os contare que el mercado cuando llegaba esta fecha se llenaba de puestos de estos frutos, donde se iba para comprar la chaquetía.

Los tosantos eran muy deseados a la vez, eran tristes pues el luto se llevaba a demás de en el alma, cara a la sociedad y habitantes, eran tiempos de aparentar.

 El luto, es un sentir, que se llevaba, como digo yo en la boca del estomago, donde el dolor, se anida, no tiene salida, te hace ver la falta de tu ser querido, que poco a poco,  vas viendo que esta siempre contigo,  la pena es tuya.

El cementerio era en aquella fecha un lugar tenebroso, el bullicio de gente te hacia que el lugar fuera menos.

 Recuerdo que había en uno de los extremos al fondo, donde estaba llenos de cajas bacía, que habían pertenecido a de cadáveres, que habían sido sacados cuando había cumplido el tiempo y sus restos iban al hueserío o osario.

La capilla que hoy vemos estaba casi en ruinas era un lugar que había que echar valor al pasar por el cementerio viejo y los mausoleos, estaban en muy mal estado, hoy esta muy bien, sus lapidas que aun no han sido alteradas, están llenas de historia.

Carecía de servicios, tan necesario, el cementerio nuevo hasta la década de los años 60, en el medio no había grujía, ni manzanas de enterramientos.

en el cementerio, del medio había tumbas en el medio, que aquí en el pueblo no era normal enterrar, decían, mis mayores que eran de niños que habían muertos  sin bautizar, personas con pocos recursos, que el ayuntamiento, le llevaba a su casa, prestado el féretro propiedad del consistorio, una vez en el cementerio, se enterraba el fallecido, en la tumba y el féretro era, para otro, tiempo de muchas carencias.

Tambien pero estos tiempos muy atrás, contaba mi abuela que en cementerio del medio, que estaba empezando hacerse, enterraban tambien los que se suicidaban o no eran practicantes de religión católica.

El cementerio de hoy en día, esta lleno de respeto por lo bien cuidado, cosa que se ve cada vez que se va.

El cementerio, de antaño en el día de los difuntos, era, un trasiego de dolientes, personas que iban a ver las tumbas, limpiar,  refugiarse en el lugar, se estaban todo los dos días  en el cementerio, desdés que se abría hasta que se cerraba.

Una forma de limpiar las lapida, de los difuntos, eran las "mariposas"  velillas flotantes, que se ponían en recipientes,  mezcla, de aceite y agua, esta se encendía y la mariposa  flotaba encendida.

Las lapidas eran un lujo que muchas personas no se podían, permitir,  el nicho era lucido blanqueado y  se ponía, el nombre del difunto y reseñas con letras dibujadas en negro.

Las flores como digo, se vendían, en puestos, que estaban colocados, por las esquinas de  las calles, las gente sembraban los crisantemos, que vendían, para mejorar un poco la economía familiar.

Eran muy famosos los bollitos de "Tosantos" era una mas parecida a la bolla, con la especie de " Matalahunba".

Estos días, las tahonas se llenaban de personal para hacer estos dulces, para acompañar a nueces castañas, vamos la "Chaquetia".

Los tiempos han ido cambiando, para mejor, ha sido como un viento suave que se ha llevado perjuicios, y dejar lo verdaderos sentimientos.

En este día desde que entro la democracia primero andando y luego en su Mobile, cuando no pudo lo llevaba, en este día no falto, para recordar a los compañeros represaliados, al principio, eras tan pocos los asistentes al acto, Jose Coronado no falto a su cita todos los años, lugar donde quiso que parte de sus cenizas quedaran, como un manifiesto para que el horror no se repitiera.

ISABEL CORONADO ZAMORA

miércoles, octubre 29, 2025

 EL SENTIR


Los navegantes de los sentidos, son espacios amparados en los limites de la inconciencia.

Los postes de la meditaciones, son las esquelas de un trabajo puestos en los demonios de los pensamientos, que dicen que nunca dejan subir hacia las esquenas de la mente.

Ver una puesta de sol es mirar el pasado y el futuro que llega dejando dormir la claridad del día,

La placidez, de tus sentimientos fijos en las olas llegar en la orilla queriendo apoderarse del infinito.

Coger con tus manos el puñado de arena que acaricia tus pies, bajo la plantas.

Son olas sin limitaciones, que amparan la llegada de los lamentos de las islas de la inconciencia, sin saber donde ir, por los puntos de llegadas, de idas y venidas de las lejanas  marismas de los sentidos.

Cara abatida por la brisa  de la suavidad del atardecer, viento de misterio que vate  todo obstáculo para llegar hacia el horizonte bajo la mirada del universos .

Cuando el misterio de la noche se va deslizando dejando caer los mechones de la oscuridad que dejara pronto la oscuridad apoderase de tan maravillosas puestas de sol.

Nunca se podrá ver y sentir,  los unos que van al encuentro de los pasos perdidos, de la sonrisa de la pareja que a tu lado se asoma de tras de tu hombro.

Truenos de la nostalgia, que galopan en las empatías de la conciencias, nunca vistos sobre los cauces de los lamentos de las olas que se resisten a dejar la playa que intenta apoderarse de ellas.

Soga de los lamentos de sirenas, que su canto emergen de las aguas  tentando a marineros y navegantes, hilo de música que va sobre las escamas de las aguas al encuentro de navegante.

ISABEL CORONADO









martes, octubre 28, 2025

 RADIO ONDINA



Hoy estoy disfrutando por algo que me agrada mucho . Conocer y escuchar en persona a Luis del Olmo,

A un recuerdo cuando lo escuche la primera vez. Recuerdo que era a ultimo de los años 60 del siglo pasado, Dios como han pasado los años.

Son de las cosas que nuca olvidas. Recuerdo la cocina de la casa de mis padres, la radio Ondina de lamparas que aun tengo.

Emitiendo el programa Protagonista Nosotros desde "Radio Nacional", era por la tarde, estaba sentada en la mesa camilla con mi abuelo, por las ondas salió la voz de Luis del Olmo.

Recuerdo hasta la hora que era, las seis de la tarde y el día frio, lluvioso, el calor del brasero de picón, que mi abuelo movió, con la badila, sacudir de las brasas, se arropo, acomodo y miro el cielo que se veia por la ventana, mientras comentaba, lo que se emitía, que era sobre la recolección del azafrán en la Mancha.

Los recuerdos son de cada cual y abecés es viajar en el tiempo. Al escribir esta líneas he estado en aquel momento como si lo estuviera viviendo, sintiendo el frio que entraba con las rendijas de la puerta del patio, el olor de las hierbas secas, que mi madre le echaba al brasero, para que oliera bien la casa.

Desde entonces Luis del olmo lo he seguido. Os contare la experiencia de hoy.

ISABEL CORONADO ZAMORA

domingo, octubre 26, 2025

 


Quisiera que estuvieras aquí.

                                       


 Ahora mismo puedes bajar.

 

 Sentir las olas del mar, el sol en su cresta, la armonía en el horizonte, logrando una armonía total.

 

 Su colorido, sintiendo la arena, el gruñir de las gaviotas.

 

 Un híbrido, en ese pasar de las olas, urgentes, pensativa, un ruido a lo lejos, el sol tan inmenso, que Ara sentirte bien, que el fallecimiento, pertenece al horizonte, tanto, qué bonito, eres ahora.

 

 qué círculo también hecho, la única cosa que da calor.

 El cambio del amor, porque he querido sol o conocido no nos deja que aprovechemos tu calor.

 

 Pulsamos para crecer, nosotros, estar caliente, para venir y ponernos modelos para sentir tu calor,

 

Aquí no tenemos que dar nada, eres tan barato,

 

querido sol, ríes claro, de nosotros.

 

 De esta pobre gente, que aquí a la vida, de esta playa.

 

 Temiendo, sin cesar, de esta pobre gente que quisiera ser arropada por la espuma del mar.

 

Al chocar sobre las rocas de la muralla.

 

ISABEL CORONADO

 

 


jueves, octubre 23, 2025

 CANCIONES DE UNA VIDA




Canciones de una vida que en la madrugada toman vida.
Que lejos están aquellas noches cuando la radio Ondina comprado en García Radio sonaban, las melodías de la época y mi padre le bajaba la voz, al emisor y le decía "Manuela" cántanosla, mientra ella iba cantando, el sueño nos iba venciendo,.
Cierro los ojos y veo la cocina con la camilla, sobre ella la jarra de agua.
En una silla el abuelo mirando a su hija con admiración, mientras la gorrilla se iba inclinando hacia un lado.
El liba el cigarro sacando la petaca el librito, con una mano lo sujetaba, el papel lo pegaba en el labio superior.
En una mano la petaca, que abría, la inclinaba y echaba el tabaco, en la otra el papel blanco sobre la palma de la mano donde derramaba las hebras de picaduras de tabaco, que iba liando muy finamente hasta quedar todo perfectamente rematado el pitillo liando sus extremo.
Colocaba el cigarrillo sobre la comisura del labio, lentamente se buscaba en el bolsillo, sacaba el mechero de mecha, que desenliava.
Despacio e iba sacando le la mecha que arrimaba a la piedra y con la mano flotaba una y otra vez hasta provocar la chispa, que encendía la torcía que a soplaba para que se encendiera y tomara fuerza.. Ponía sobre ella el cigarro que se encendía mientras el chupaba con fuerza hasta que se encendía el pitillo y el mechero, la mecha que apagaba con el pulgar y liaba la torcía sobre el mechero que introducía en un bolsillo de la chambra y empezaba a fumar lentaente muy despacio tomando fuerza hasta dar la calada. Una vez fumado y escuchado la canción despacio se levantaba e iba a la cama.
Canciones de una vida que en la madrugada toman vida, que lejos están aquellas noches cuando la radio Ondina comprado en García Radio sonaban estas melodías y mi padre le bajaba la voz y le decía "Manuela" cántamela, mientra ella iba cantando. El sueño nos iba venciendo,. Cierro los ojos y veo la cocina con la camilla y sobre ella la jarra de agua.
En una silla el abuelo mirando a su hija con admiración, mientras la gorrilla se iba inclinando hacia un lado.
El liba el cigarro sacando la petaca el librito, con una mano lo sujetaba, el papel lo pegaba en el labio superior.
En una mano la petaca, que abría, la inclinaba y echaba el tabaco, en la otra el papel blanco sobre la palma de la mano donde derramaba las hebras de picaduras de tabaco, que iba liando muy finamente hasta quedar todo perfectamente rematado el pitillo liando sus extremo.
Colocaba el cigarrillo sobre la comisura del labio, lentamente se buscaba en el bolsillo, sacaba el mechero de mecha, que desenliava.
Despacio e iba sacando le la mecha que arrimaba a la piedra y con la mano flotaba una y otra vez hasta provocar la chispa, que encendía la torcía que a soplaba para que se encendiera y tomara fuerza.. Ponía sobre ella el cigarro que se encendía mientras el chupaba con fuerza hasta que se encendía el pitillo y el mechero, la mecha que apagaba con el pulgar y liaba la torcía sobre el mechero que introducía en un bolsillo de la chambra y empezaba a fumar lentamente muy despacio tomando fuerza hasta dar la calada. Una vez fumado y escuchado la canción despacio se levantaba e iba a la cama.
DE MI NIÑEZ
Canciones de una vida que en la madrugada toman vida, que lejos están aquellas noches cuando la radio Ondina comprado en García Radio sonaban estas melodías y mi padre le bajaba la voz y le decía "Manuela" cántamela, mientra ella iba cantando. El sueño nos iba venciendo,. Cierro los ojos y veo la cocina con la camilla y sobre ella la jarra de agua.
En una silla el abuelo mirando a su hija con admiración, mientras la gorrilla se iba inclinando hacia un lado.
El liba el cigarro sacando la petaca el librito, con una mano lo sujetaba, el papel lo pegaba en el labio superior.
En una mano la petaca, que abría, la inclinaba y echaba el tabaco, en la otra el papel blanco sobre la palma de la mano donde derramaba las hebras de picaduras de tabaco, que iba liando muy finamente hasta quedar todo perfectamente rematado el pitillo liando sus extremo.
Colocaba el cigarrillo sobre la comisura del labio, lentamente se buscaba en el bolsillo, sacaba el mechero de mecha, que desliva.
Despacio e iba sacando le la mecha que arrimaba a la piedra y con la mano flotaba una y otra vez hasta provocar la chispa, que encendía la torcía que a soplaba para que se encendiera y tomara fuerza.. Ponía sobre ella el cigarro que se encendía mientras el chupaba con fuerza hasta que se encendía el pitillo y el mechero, la mecha que apagaba con el pulgar y liaba la torcía sobre el mechero que introducía en un bolsillo de la chambra y empezaba a fumar lentaente muy despacio tomando fuerza hasta dar la calada. Una vez fumado y escuchado la canción despacio se levantaba e iba a la cama.
JUAN ZAMORA
ISABEL CORONADO


lunes, octubre 20, 2025

 PUCHO Y CESAR VAN DE AVENTURAS


PUCHO Y CESAR VAN DE AVENTURAS
Como distinguir a veces lo real de los sueños, se preguntan unos niños, caminando al encuentro de su abuelos, que los espera en la puerta de su casa, con su movilette rojo con aguaderas de espartos.
Corren nada más doblar la esquina de la calle, hacia él, y rápidos se montan y meten los pies en los jaques, y se pegan uno con otro los hermanos y se agarran con fuerza a su abuelo, emprendiendo la marcha hacía la “Alberca vieja” donde esta el huerto, que al atardecer desprendía olor a tomate regado, con el agua del regacho “Palomino” cuyo fondo estaba llenos de pequeños peces cabezudos, renacuajos, ranas ect.
Que divertido es estar los tres juntos y ver al abuelo cultivando su pequeño sembrado y corren y juegan en la orilla del regacho, e ir contentos, hacia el chozo de caña, fabricado por su abuelo, que les sirve para guardar aperos de labranza y refrigerios para calmar el calor y tempestades y dormir la siesta, después de degustar las viandas realizadas por la abuela, que ha puesto en la fiambrera y guardada en una talega y colgado de una tranca, que sobre sale entre las cañas del chozo, ritual de la comida, que su abuelo hacía, sentándolos sobre unas piedras alrededor de la fiambrera, dentro, del chozo, sabores recordados de la comida, su guste y disfrute.
Al termino, su abuelo tiende la manta sobre el suelo de tierra del chozo y se tendían junto a él, que les narra cuentos, mientras el sueño, con lentitud, comenzaba y la realidad se convierte en irreal y deja pasar la ficción, de los sueños de César e Isaac, mientras dormitan en el chozo.
De pronto se ven solo y una brisa que empieza a levantarse y sorprendidos ven lo rápido que se convierte en un remolino, que levanta tal polvorera que les ciega los ojos, apenas ven y se sienten absorbido por una fuerza tal que los eleva sin dejar de girar, dentro de aquella fuerza centrifuga que les hace pegarse a sus paredes.
César e Isaac los dos juntos ..............................................