La noche del uno de febrero se celebra las candelas en Almendralejo, tradición antigua como el pueblo arraigada en sus habitantes y declarada de Interés Turístico. Fiesta que a último de 1960 y los setenta decayó deteriorando el evento por las trabas puestas a vecinos, que a lo largo de su vida las habían hecho delante de sus casas.
La candela se empezaba casi un mes antes, cuando la dueña-ño ponía leña en la calzada cerca de su puerta, invitando a los demás a sacar de doblados, cuadras y corrales palos y desvencijados muebles que habían ido guardando para quemar en las Candelas. El poder adquisitivo era poco y el mobiliario de las casas escaso, la silla que se rompía se llevaba al carpintero o el mañoso de la casa la reparaba, si el hondón era de juncia y se hundía se esperaba al sillero y lo reponía.
La leña era la principal fuente de calor para calentar las casas, con los sarmientos y ramón de la descarga (poda) se hacia picón, vendido por las calles para calentar las vivienda. En el Tinaón (cobertizo) se almacenaba leña para la candela de la cocina, hecha en el suelo debajo de una enorme chimenea con topetón, para calentarse y secar la ropa de los hombres de campo, cuando la lluvia los empapaba hasta los huesos, montados en sus borriquillos o en mulas arropados con pellizas (chaquetón de paño), envueltos en mantas, sin más refugio que un paraguas Portugués, aguantando el temporal encima de la bestia hasta llegar a casa.
En cada calle había varias Candela, los niños competían por no dejarse quitar una brizna de leña, cuando ocurría provocaba peleas entre ellos. Mientras los demás acarreaban uno se quedaba de guardia, afanados y picados porque la suya fuera las más grande y duradera. Cuando ya estaba lista se remataba con un pelele pinchado en un palo, vestido con los harapos de la ropa que había sucumbido en la dura recolección de la vendimia.
A nadie se le ocurrió nunca prender fuego a la del vecino antes del uno de Febrero a las ocho de la noche. En la torre de la Purificación se encendía una fogata y las campanas daban la señal y todas las del pueblo empezaban a arder. Los vecinos jubilosos la veían y se calentaban conversando entre ellos, los niños contemplaban las llamas de la leña que tanto había costado arrastrar hasta la candela, esfuerzos e ilusión que les llevaba a no querer ir a la escuela, costándoles riñas y la zapatilla de la madre que dejaba caer en las nalgas.
Para encender la candela me hancontao, en el pasado se hacia poniendo en una lata “Carburo” en el centro de la candela que era encendido produciendo una gran explosión que hacia arder la candela.
Una vez comenzaba a quemarse la candela los vecinos se calentaban y conversaban mientras los niños se divertían quemando ramas que refregaban por el suelo, soltando brasas que decían que eran fuegos artificiales, los padres les reñían y les decían ( Muchachos no andéis con fuego que os vais a mear en la cama) era igual ellos seguían con sus diabluras.
Si las brasas duraban hasta medio día se aprovechaba el calo haciendo la comidas para merendar como era “Sopas de Tomate”.
Todos los años hago una candelita en la puerta, pidiendo paz y concordia y las llamas se lleven enfermedades, guerras y discordias.
Mi tío Dionisio contaba que en San Blas, entre la alberca vieja y la nueva, había una feria con puestos de golosinas.
Gracias a los habitantes de Almendralejo, en su entusiasmo por esta fiesta que a permanecido, luchando contracorriente cuando autoridades de antaño pusieron trabas a que se llevara cabo, según ellos previniendo posibles altercados. Hoy es una fiesta muy bonita que todos los años el uno de febrero puedes venir y ver el cielo en la noche como se llena de un resplandor divisado desde muy lejos.
Alrededor de las candela que este año han sido sesenta se puede degustar chacina típica de Almendralejo y sabrosas viandas a la planchas.