UNA PARADA EN EL PASADO
Una parada en el pasado es
trasladarnos con la mente al ayer de Almendralejo, con su historia hecha por
habitantes sencillos, un caminar por senderos llenos de personas anónimas, que
fomentaron tradiciones y se esforzaron en conseguir una tierra más prospera y
fueron tomando caminos ya hechos y haciendo otros llenos de anhelos para hacer
la comarca que es hoy Tierra de Barros.
Y dieron lugar con sus ilusiones a
fiestas como la romería de la Virgen de las Nieves, el 8 de septiembre, antaño
muy famosa en los contornos y fue lugar de peregrinación de los habitantes de
Almendralejo y los términos cercanos a Zarza de Alange, a la que se iba
montados en carros tirados por yuntas de mulas. Una vez en este pueblo los
romeros solían juntarse en los alrededores de la ermita, la cual tenía unos
soportales que según un decir antiguo, todos los peregrinos que se refugiaran
en ellos estaban protegidos y nadie podía echarlos de allí.
Cuenta la leyenda que el hallazgo de
la imagen de la Virgen de las Nieves y según el fervor popular, se
halló en un pozo que se mantiene al lado de la ermita. Los
habitantes del pueblo de Almendralejo le tenían mucha fe a esta imagen,
al igual que otros pueblos como Calamonte, donde continúa esta bonita
tradición.
También en este día era costumbre
salir al campo con la familia a ver las viñas y traerse la uva fina (de
cuelga), A la vuelta de la “Jira” los que tenían viñas en “Zaballos” y “Ovando”
cogían la uva de cuelga, que en sus casa era colgaba de puntas clavadas en los
maderos del techo, hasta hacerse “Pasas”, y tenían postre durante el invierno.
Lejos queda aquel ocho de septiembre y
aquellos campos llenos de personal bullicioso y mucha animación,
tradición olvidada en el firmamento del ocaso del día, la mañana traería cosas
nuevas, donde Almendralejo iría avanzando en su historia, cuando sus
principales cultivos no eran la vid y el olivar, pues antaño la campiña
de los alrededores del pueblo estaba sembrada de cereales y legumbres,
predominando el trigo, cebada, garbanzos comestibles y negros que eran
para los animales. Las partes más alejadas del campo estaban cultivadas
de viñas y olivos.
El labrador para ir a estos
lugares retomaría caminos hechos y en su caminar se formarían
otros que les conducirían a lugares como el valle “de la Mula” y atravesando
“La calzada romana” y por la vereda de la “Cana” llegaría al famoso “Morgaño”,
que es atravesado por la “Reyerta” (camino romano). Todos estos campos tienen
olivos centenarios de aceituna muy buena.
La historia al ir pasando dejara en
olvido vidas y circunstancias, ¿Quién recuerda aquellas Viñas que en el pasado
fueron sembradas por jornaleros y “Cangueros”? , llamados así a los que
tenían pocas tierras, pero las suficientes para no tener que trabajarle a nadie.
Según escuché a mis mayores, en el pasado los dueños del terreno sembraban muy
pocas viñas, pues le tenía más cuenta arrendar las tierras por veinte años a
los trabajadores a cambio de una renta.
Eso si los “linderos” y trazados
de la finca tenían que ser del gusto del amo, a esto se le llamaba
“Obligación” , cosa que era legalizada ante notario. Cuando cumplía el
tiempo acordado el campesino tenía que dejar la finca en pleno rendimiento,
donde su caminar a veces al lado de su asno había echo padrones y senderos en
su trasiego continuo de ir y venir a la “Parte” y así surge la
vereda de los “Molineros”, utilizada para ir a los molinos y almazaras de
aceite, que estaban en los olivares del “Morgaño”, el dueño de uno de ellos fue
Don Paco Baca, en este mismo camino más abajo y movidos por el agua de los
regachos estaban los molinos del Manzano y Zaballos, a los que se
iban a moler trigo para con su harina hacer pan.
El hombre de campo tiene su cátedra en
la tierra, que junto con la naturaleza, meteorología y orientación lo hace
conocedor de este medio, unido a la experiencia y conocimiento de los lugares
de la campiña y vías de comunicación que lo cruzan y si le preguntas por el
camino Mérida en seguida te responderá que estaba al final de la calle de
igual nombre y una vez pasada la carretera Sevilla se juntaba con el de la
Zarza, en el valle de las “Picas”, separándose ambos senderos en dirección
a sus respetivas localidades.
Camino donde está “el pozo de
los Villares” (significa lugar donde en la antigüedad hubo villas, hoy solo
quedan restos de cerámicas y cimientos tapados por la tierra
actualmente cultivadas).
Cada sendero para el labrador esta
lleno de vivencia como el camino de Alange que nace frente a la calle
Calvario y por él se llega al lugar conocido por las “tres cuartillas”, que es
atravesado por la “Calzada Romana”. En este camino está la “Maya”, el
“Plantonal” y el “Bombeo”, fincas muy grandes, enfrente de ellas encontraras la
Vereda “del Padre Alonso”, llamada así porque en la antigüedad había una
iglesia. Mi padre que trabajó en estas tierras vio sus cimientos, ermita que
según los labradores de la zona era cuidada por un sacerdote llamado Alonso, en
la vereda que conducía a ella aún se pueden ver algunos almendros, el lugar está
rodeado de olivares centenarios.
Más adelante se encuentra el
camino de los “Terrablanqueros”, (que se mantiene) tomado por los
Zarceños, cuando bajaban de la sierra donde estaba la mina, que se
mantiene aunque en ruinas, de donde era extraído este material que servía para
blanquear las paredes de las casas
Sin dejar este camino llegaremos al
alto del Manzo y cortijo de Pedrito Ruiz, a la derecha esta Bounaval, camino que
antes iba a Alanje hoy cortado por el pantano.
Hoy en día tenemos la suerte de tener buenas
comunicaciones pero hace cuarenta años la carretera de Alange era de
piedra y tierra, sólo apta para transito agropecuario, a su derecha
pasada la estación del ferrocarril está el Camino Molino y a la izquierda
de éste sale el camino Clarizo, que nos llevará a la planta potabilizadora que
suministra agua a Almendralejo, senda que atraviesa la Calzada Romana y la
Rigerta (camino romano), que recorre una extensa zona de olivares centenario
hasta Torremejía.
El camino Clarizo pasa por la finca de
Palacio Quemado, propiedad del Conde Bagai, fanegas de olivares y barbecho y
años atrás en sus campos se sembraron las mejores garbanzas, las cuales tenían
fama en toda la comarca por lo buenas que eran. Los trabajadores
eran las cocinaban en un caldero enorme y todos alrededor de él en pie y
como solían ser bastantes y no desganados, se decía: “cuchara y paso atrás”,
manera de poder comer todos.
La carretera de Palomas, también
atraviesa la finca de Palacio Quemado de Saliente a Poniente y en el lugar conocido
por la “Mojonera”, a unos 1800 metros a la izquierda, se descubrió hace años
una tumba que se dijo que databa de la época de los romanos. Hallada por los
primeros tractores, que en aquellos tiempos eran de vapor, al ver terear la
tierra. Estas maquinarías agrarias fueron de las primeras que hubo en la
comarca, pues los tractores se fabricaban en Italia.
El río Palacio Quemado cruza la
carretera de Palomas de Norte a Sur, su curso no es muy abundante
pero si suficiente para abastecer las tierras y ganado de la finca. Hacía
el sur se encontraba una tapia o viaducto, de la cual se decía que fue usada
por los romanos para llevar el agua a los lugares donde la necesitaban. Lo
mismo se decía de las dos paredes que habían quedado, de lo que hubiera podido
ser un habitáculo de la época romana. También una “toma” en la parte llamada la
“Mancha”, donde se hallaron varías tumbas con restos humanos.
Cerca del lugar comentado hubo un
molino americano de viento, construido para sacar agua para suministrar a la
máquina trilladora, que era de vapor, al gastar tanta agua fueron
necesarios hacer varios pozos, liquido que era sacado mediante una noria.
El camino Clarizo deja de llamarse así
en la finca de “Palacio Quemado” y es conocido por el de Paloma y va a este pueblo.
Pero si no dejamos el camino Clarizo
nos encontraremos con la vereda los Ahorcados, donde estuvo en la antigüedad la
horca y eran ejecutados los reos de los contornos. Lugar que estaba entre la
finca de los Calamonteños y Don Félix García de la Peña. Hasta hace unos
años al pasar se podía ver aún parte de las dos piedras de mármol que formaron
el Patíbulo.
El camino de los Ahorcados es
atravesado por la Calzada Romana, la Rigerta y el regacho Bonaval.
Por el Camino Molino se iba a moler el
grano a los molinos que había en el rio Matachel, Bonaval y sin dejar este
trayecto veremos de nuevo la Calzada Romana, el camino de los Terrablanqueros y
el Pilón, donde encontraremos una extensa zona de viñedo y un poco más hacía
delante divisaremos la cuesta de Mensur, cortijo de Paquito Romero y el de Don
Félix y si no dejamos la senda iremos a Hornachos.
De la antigüedad de estas vías y como
surgieron pocos testimonios ha quedado que el camino de Rivera hoy
calle Monsalud cruzaba la carretera Santa Marta o de San Juan del Puerto,
seguía por Ortega Muñoz, atravesaba la carretera Sevilla y la vía férrea
por el lugar donde en el pasado estuvo la caseta de guarda agujas de la RENFE,
encargado también de bajar y subir la barrera cuando pasaba el tren, enfrente
de ella estaba el cortijo de Ventura Arroyo (de él solo quedan sus
cimientos). Camino que nos llevara a la Vereda de la Charca de Mal
Pelare, de la que sale la vereda de la “Mina” yacimiento que hubo en la
antigüedad y divisaremos las viñas del Marqués.
El camino Rivera Retoma la Calzada
Romana, dirección a la Rigerta y ya en el termino de Villafranca encontraremos
“Villar Gordo”, donde según cuenta Fernando Morán Muñoz, que siempre en
este lugar ha tenido tierras , que al trabajarlas ha encontrado en ella puntas
de flechas, útiles diversos y Ondas, piedras redondas para defenderse de sus
agresores.
Y cuenta que en tiempos lejanos este
lugar fue algo más que un poblado romano, donde se celebraban juntas y
luchas para defenderlo.
El llamarse así fue porque su jefe era
un hombre corpulento y fuerte, que los lugareños dieron en llamar, la Villa del
Gordo, lugar donde se encuentra una cueva y Juan Donoso cuenta que la conocía
bien, por haber trabajado en este lugar y haber entrado en ella. Su entrada era
grande y estaba a ras del suelo, en su interior siempre se ha icho que hubo una
galería subterránea que podía llegar hasta el regacho Bounaval.
Los campos guardan entre sus terrones
vestigios de su historia, labradores y campesinos conocedor es de ellas gustan
contarlas a todos aquellos que echan un ratito con ellos, en una sabia
charla llena de sapiencia de la tierra con la que convive la mayor parte de su
vida. La sabiduría del hombre del campo en conocer el medio, amarlo y
respetarlo es a veces ignorado, incluso sus afanes por salvar
cosechas que evitaban necesidades y hambre.
Nunca tuvo miedo de enfrentarse con lo
que la naturaleza tan sabia le mandara como sucedió con uno de los males que la
campiña ha padecido y de peor recuerdo “la Filoxera”, epidemia que
sufriera la vid, dejando sin cosecha a labradores y sin trabajo a jornaleros
que quedaron desamparados ante penalidades.
Cuando hace cien años el viñedo sufrió
esta enfermedad fue dura la lucha hasta lograr erradicarse. Sucedía que en la
antigüedad todas las vides eran del “País” no hacía falta injertarlas, se
sembraba el sarmiento directamente en la tierra, que con el tiempo se
convertían en cepas. A los viñedos nunca se le había conocido hasta entonces
ninguna enfermedad según los mayores hasta que aparece “la Filoxera” epidemia
que para vencerla fue necesario arrancar todas las viñas, y traer plantas
bravías de América de varias especies hasta dar con la que era favorable.
La mayoría de estas plantas en nuestro
terreno no echaban fruto y si lo hacían de muy mala calidad, pero descubrieron
que si eran injertadas con el sarmiento de la variedad autóctona daba resultado
y buen fruto.
Con la planta americana lograron hacer
desaparecer “Filoxera” y erradicar este mal que gracias a Dios no ha
vuelto a aparecer.
Pero el labrador tuvo que seguir
luchando con otras enfermedades que hasta entonces para ellos eran desconocidas
y que empiezan a surgir, como era la “Arenilla”, que descubrieron que se podía
combatir con azufre, pero tiene lugar todos los años.
Me contaba mi padre que cuando él era
joven, surgió “el Mindeo” , que tiene lugar cuando llueve mucho en
primavera y era curado con Sulfato.
“La Mariposa y los Cocos” son el
terror para los agricultores, se combate con veneno, pero de echar tanto da
lugar a la “Araña Roja”, a la vez ésta se erradicaba con el producto de
igual nombre, pero si no se le echaba las cepas empezaban a perder
las hojas y con los años a secarse la planta.
Al fumigar con tanto pesticida a
muchos viñedos le aparece el “Fogueo”, enfermedad que no tiene cura, se
va poniendo el sarmiento negro poco a poco y la plana con el tiempo acaba
secándose.
Cuando a las viñas no se le
echaban tantos productos los racimos de uva de cuelga llenaban los techos
de las casas, hasta que se hacían “Pasas”, hoy en día este método no se puede
utilizar porque la uva se pudre antes de pasarse.
ISABEL CORONADO ZAMORA