Mi pequeña historia de Almendralejo

viernes, agosto 21, 2020

 

EL VERANO






INSTITUTO SANTIAGO APÓSTOL,  ESTACIÓN  ENOLOGICA

Y UN PARTIDO DE FÚTBOL QUE SE SOLÍA JUGAR EN ESTA ERA, DONDE SE HACÍAN LIGAS

 

Un año más comienzo estando con vosotros, lleno de incógnitas de nuestra pequeña historia que iremos narrando

 

¿Cómo eran Los veranos en el pasado? Corramos esa fina sabana que tapa recuerdos acumulados con los años y aparecerán tiempos donde los habitantes del pueblo aguantaban el calor aireándose con abanicos, con el agua fresca en basada en barriles (botijo) y cantaros de arcilla, que eran colocados en cantadera de maderas puestas en el rincón más oscuro y fresco de la cocina.

Para el agua se utilizaban  Vasijas de barro cocido, compradas a los alfareros de Salvatierra, que sobre los lomos de borriquillos colocaban unas jarillas en formas de redes donde transportaban su mercancía para ser vendida por los pueblos de los contornos.

 Hombres de recia cara cutidas por el sol de los caminos y manos ásperas de luchar con el barro y el torno para lograr recipientes, vendidos por ellos mismos por toda la zona de barros.

En el verano en una calle podías encontrar diversos vendedores: estaba el hombre que andando o montado en una bestia venía desde Aceuchal a vender ajos a Almendralejo.

Colocándose sobre sus hombros varias ristres y entraba en las calles boceado (ajos vendo buenos y castaños) avisando que estaba con su carga como cada año, para que (clientas) asiduas los compraran para las matanzas ect. Había un refrán que decía “El dinero debía ser como los ajos par el año”

 Las calles se llenaban de niños bulliciosos y las vecinas se quejaban y salían a reñirles cuando estos se apoderaban de sus puertas.

 Sentado en la cera a  la sombra, hasta que iba siendo comida por el sol. En los umbrale, formaban corros en el suelo, jugando al “Candaje” o lo que tocara, las niñas a las casitas y haciendo muñecas de trapos, vestiditos con trocitos de telas que les pedían a modistas o a las madres o recortando magiquitas  (recortables de papel con figuras de muñecas con trajecitos). 

Pero las chiquillas desde pequeñas tenían que ayudar a las madres, desde ir a los mandados, fregar loza, barrer y atender a los hermanos pequeños que en el cuadril escarranchados los llevaban con ellas, participando en sus juegos.

 Los barones estaban dispensados en las tareas domésticas, eso sí empezaba a trabajar  a edad temprana y pasaban rápidamente de la inocencia de la infancia a la picaresca de la supervivencia.

El verano con su calor, la vida se hacía más en el exterior,  a la hora de la siesta el silencio reinaba en las casas, todo el mundo dormían, las calles eran las de un pueblo fantasma, donde solo se veían caminar por ella perros callejeros, (vagabundos) que con boca a vierta y babeando se les veía a los pobres animales caminar, rozándose por las pares para aprovechar mejor la sombra evitando el sol, buscando agua para beber y comida ambas cosas escasa.

Para lograr que la chiquillería durmiera la siesta se les contaban cuentos y se les hablaba de personaje que raptaban a los niños para sacarle la manteca (el saca manteca) que durante las siestas vagaba por las calle, luego estaba la terrorífica, nunca vista, si imaginada “Mano Negra”. El tío del saco personaje con el que lograban reducir y hacer dormir a sus proles.

El miedos, era usados como protección y así el terror se clavaba en las caras infantiles. Temor que iba aferrando a lo largo de sus vida, haciéndose fuerte con el famoso dicho “que van a decir las gentes” y el temor a caer en boca, como se decía, provocaba agobio al tener que dar explicaciones de todo, que a veces era en vano.

 Al atardecer en las puertas de las casa salían las vecinas hacer labores, los tema de conversar eran diversos, sobre todo el de la decencia, los de la honra, que  era sagrada

 

Había que guardarla como decía el dicho “El buen paño en arca cerrada se guarda”.

 

Una vez que unas pequeñas de tanto oír hablar, no sabiendo su significado de lo que escuchaba,  pensaron que la honra era la manta de su padre, que su abuela le regalo cuando se casó, con sus iniciales bordada por “Mariana” y que celosamente era guardada en el arca, con romero y otras hierbas para alejar las polillas y que solo era sacada en la romería, colocada sobre el lomo de la mula, dando categoría, pues no todos tenían o si la tuvieron la necesidad de no pasa frio la había hecho desaparecer.

 

En la casa los hombres estaban exentos de tareas domésticas, eso si, se iban despojando de la  ropas y calzado, sin miramiento de que todo estuviera ordenado. En verano había que tenerle lista la jofaina llena de agua en el palanganero, al sol para que estuviera templada y la toalla limpia que dejaban como un cristo.

Se sentaban en la mesa y sobre ella, estaba todo colocado y las mujeres pendientes de ellos, aunque ellas tuvieran otros trabajos fuera y llegaran exhaustas, había que servir a los barones de la casa.

 

Pero en las cálidas  noches, los vecinos salían asentarse a la puertas de la calle a tomar el fresco y conversar unos con otros sin más luz que las estrellas y la luna o la luz de la esquina, los crios en cuanto veían reunidos a los mayores dejaban sus juegos, sentando se a escucharlos, si la conversación era algo picante se miraban los mayores y se decían “ hay ropa tendida” evitando hablar del parto de la vecina, según ellos los niños y jóvenes y solteras no debían escuchar estas conversación, aunque la solterita fuera mayor.

Veladas de dinámica conversación donde abundaban cuentos, leyendas, refranes y dichos populares y no por eso ningún tiempo pasado fue mejor si diferente y bueno de conocer.

ISABEL CORONADO ZAMORA 

 

 

martes, agosto 18, 2020

 

                                       BANDA Y MUSICOS DE ANTAÑO

 

 

Hay rincones en Almendralejo que al mezclar música y entorno el resultado es igual a belleza, así lo sentí cuado paseando, caí (pase) por la plaza España, atardecía, había llovido durante todo el día, el pavimento estaba mojado y la suave brisa, que queda al escampar, hacia al lugar que radiara quietud, paz, quizás por la sube música que por las ventanas abiertas del que fuera el antiguo ayuntamiento se escapaba. Era la banda municipal que ensayaba, la melodía que tocaban, MEMORIAS DE AFRICA, notas  que se deslizaba suavemente, elevándose e invadiendo los rincones, que junto con la acústica  del lugar, lo semejaban a un teatro, comprobarlo.

Y me puse a pensar como debieron de ser los principios de la música en nuestro pueblo.  Luis Maestre en su libro nos cuenta que la primera referencia de una banda en Almendralejo debió ser hacia el año 1868, teniendo se noción de haber pagado a Raimundo Luengo setenta reales por funciones y procesiones, y otra vez se le abono dieciséis reales.

En 1879 el ayuntamiento ve que seria bueno que el pueblo tuviera una banda de música y contrata como director a Manuel González Sánchez y a sus hijos Joaquín y Juan, para preparar a treinta alumnos. El consistorio muy propio de nuestro pueblo no solo quería tener una banda sino dos, una de cuerdas y otra de aire, formada por artesanos.

La dirección fue pasada a la Señora Peña que estaría poco tiempo con el cargo, siendo remplazada por German Pino. El nueve de marzo el ayuntamiento nombra a Antonio Campómanes, como nuevo director,

pasado unos años y retoma la batuta Juan González, que vivía en la calle Mérida nº2, que daba lecciones de piano a domicilio.

La banda a través de los años ha sufrido los vaivenes de las corporaciones  del momento y así en el veintisiete de octubre de 1899 el ayuntamiento, disuelve la banda por falta de fondos para su mantenimiento.

Al quedar el pueblo sin música que animar los eventos,  la sociedad del Obrero Extremeño creada en 1895, mostrara interés en formar una orquesta. Adquiere un piano para bailes, veladas literarias-musícale y conciertos como el dado por Ramón Chozas el diez de junio de 1897 a las tres de la tarde. Cuando el piano se desafinaba el encargado de afinarlo era Antonio Campo-manes, vivía en la calle Arnina nº3.

Irán pasado los años y en 1935 la banda municipal tenía un número  a proximazo de veintiocho componentes, entre ellos estaba Francisco Vidal, Angelito Roman ect, en aquellos años el colegio San José de Villaranca becaba a los niños que destacaban en la música para que ampliaran estudios musicales.

La banda municipal iba a los pueblos cercanos a tocar en procesiones y fiestas populares, en 1954 tocaría en Corte de Peleas en sus fiestas patronales, después de la actuación, participarían en un partido amistoso en la era, formando parte de los actos festivos, sus componentes, eran, José Barco, José Rivera, José Bueno, Manuel Díaz, Bartolomé Barrio, Alfonso Lumera, Anselmo Hernández, Juan López, Juan Francisco, Ignacio y Julio Gonzalez el director de la banda  Don Salvador Villasalero fue el arbitro del partido.

En 1959 cuando llegaba el día de Santa Cecilia, patrona de la música no había actos, pero un grupo de músicos, compuesto por Hermenegildo González, conocido cariñosamente por el (HERMENE), Diego Bote, Alfonso Lavado, Manuel, Antonio y Eusebio González, Alfonso Pardo, Agustín Álvarez ect. Que todos los años, este día en el antiguo matadero lo celebraban por su cuenta, continuando la juerga en la casa del Hermene, donde Josefa su mujer les hacia migas.

Hermene tocaba el Saxofón con su orquesta en los bailes, en la calle Espronceda, estaba  llamado popularmente, Cojondongo , al que le compuso un Vál corrido que llego ha tener mucha popularidad entre la juventud de aquellos años, me cuenta su sobrino Paco, que toca la trompeta en la banda municipal hoy.

La unión del Hermene y sus amigos fue tanta, estaban para todo lo que hiciera falta, si una de las mujeres de estos se ponía de parto, iban a casa de La parturienta, hasta que nacía el niño, me comenta su sobrina Toni.

Hermenegildo González fue un gran músico y  personaje de la época, querido y respetado, que debe estar en la historia de nuestro pueblo como los nombrados en estas líneas.

ISABEL CORONADO.