Mi pequeña historia de Almendralejo

viernes, noviembre 25, 2016

HOMBRES CON RAÍCES




Contar una historia es un filón en una grieta que se abre y va vagando por hileras de filamentos buscando el lugar que se quedo listo para ser recordado, indagado y puesto a ser narrado por venideros curiosos de una historia que siempre nos parece mejor.

Todo evoluciona, rápido como el viento que mueve una hoja que cae , materia convertida en vida.
 Cuando recuerdo cualquier momento de mi vivencias  son películas muy mejoradas y que encierran la nostalgia y el refugio del que escucha o lee.

Hablar  de los colegios de antaño es ver la vida mas en negro que en blanco.
Sin embargo si tienes buenos recolectores le agradaran y verán un aventura un tiempo de la leche en polvo y el queso Americano.

la infancia es el mejor momento de nuestras vidas y todo aquel que juega  con hacer mal a un niño esta tentando contra el mundo
.
La escuelas no eran ni mejor ni peor eran lugares donde tenias que ir si querías aprender lo básico , un poquito mas que tus padres los cuales se sentían satisfecho de ver mejorar a sus hijos.
Nunca hablo del Abuelo de mis hijos, un gran hombre y personaje, que vivió como la vida y momento  le hizo luchar.

Muy listo inteligente, pues no hay que confundir que cada persona nace con un don que sea listo no quiere decir que nazcas con el don de la inteligencia.
Si logras reunir estos dos factores eres el dueño del mundo y muchas veces no es interesante.
Fue José hombre no bueno buenisimo, muy querido por toda persona que lo conoció, era el pequeño de un motón de hermanos , criado en un cortijo situado en una inmensa pradera, donde el aire choca con los picos de la sierra mas altanera que una persona puede admirar, .
Amaba el lugar donde su padre de ojos azules y su madre muy querida por el eran guardeses y el solo quería una cosa ser querido.

Tan listo era y servicial que la hija del dueño de la hacienda al ver la solicitud de un chiquillo tan bueno, empezó a enseñarle, al ver su destreza y ganas de aprender fue enseñándole mas de lo que ella pensaba que aquella criatura podía asimila.

José era feliz adoraba el encuentro con las letras bajo el emparrado en verano o al calor de la chimenea de la gran cocina, donde iban llegando los labriegos a degustar un baso de leche caliente.

Amaba tanto el lugar que acompañaba a los dueños a las monterías algo que no le gustaba, por amar tanto la naturaleza y mas de una vec se ganaba reprimendas cuando era sorprendido alertando a la pieza que el cazador tenia enfilada.

Le gustaba ir a la orilla del rió que pasaba en la inmediaciones y corría tan alegre en busca de el encuentro de otros arroyos que se iban incorporando.

  Siempre iba acompañado de amigos que habitaban, en el lugar donde formaban una colonia de casa labriegas  para los trabaja dores de la hacienda.
Le gustaba la pesca pero otra vec el dilema mas que la necesidad de pescar al pobre pez o a la rana que al final era llevado y su madre puesto a freír para solventar la comida del día.

.Tenia el lugar una enorme panadería donde se hacia pan para una semana, el trigo era molido en el molino que tenia la finca, aprovechando el caudal del rió que hacia mover la noria y esta la piedra para moler el grano.

 La primer molienda no se cogía por llevar restos de piedra y el avispado José lo echaba en una talega y su madre ya se encargaría de hacer lo conveniente para espantar la puniría.

Era amigo del molinero que veía como iba dejando caer el grano y la piedra se ponía en funciona miento pesada mente sobre el  grano, hasta que este se iba con vertiendo en una fina harina de color moreno de olor suave y lista para el panadero.

La harina iba cayendo y el iba echándola en costales blancos y relucientes que eran atados y puestos unos sobre otro en el carro que esperaba.

ISABEL CORONADO ZAMORA

martes, noviembre 08, 2016

AQUELLOS VERANO



En esta parte de la calle real, según se bajaba estuvo la sastrería de fama del llamado popularmente Pico Roto, apodo dado porque a este señor el labio lo tenia un poco partido, a continuación estuvo en sus principios el colegio de Santo Ángel, a continuación La fabrica de Caramelos Velascos, seguido del comercio textil de Loza, la droguera de Fernandez y ferretería de Medel el Chico que daba para dos calles


¿Cómo eran Los veranos en el pasado? Corramos esa fina sabana que tapa recuerdos acumulados con los años y aparecerán tiempos donde los habitantes del pueblo aguantaban el calor aireándose con abanicos, con el agua fresca en basada en barriles (botijo) y cantaros de arcilla, que eran colocados en cantadera de maderas puestas en el rincón más oscuro y fresco de la cocina.
Para el agua se utilizaban  Vasijas de barro cocido, compradas a los alfareros de Salvatierra, que sobre los lomos de borriquillos colocaban unas jarillas en formas de redes donde transportaban su mercancía para ser vendida por los pueblos de los contornos.
 Hombres de recia cara cutidas por el sol de los caminos y manos ásperas de luchar con el barro y el torno para lograr recipientes, vendidos por ellos mismos por toda la zona de barros.
En el verano en una calle podías encontrar diversos vendedores: estaba el hombre que andando o montado en una bestia venía desde Aceuchal a vender ajos a Almendralejo.
Colocándose sobre sus hombros varias ristres y entraba en las calles boceado (ajos vendo buenos y castaños) avisando que estaba con su carga como cada año, para que (clientas) asiduas los compraran para las matanzas ect. Había un refrán que decía “El dinero debía ser como los ajos par el año”
 Las calles se llenaban de niños bulliciosos y las vecinas se quejaban y salían a reñirles cuando estos se apoderaban de sus puertas.
 Sentado en la cera a  la sombra, hasta que iba siendo comida por el sol. En los umbrale, formaban corros en el suelo, jugando al “Candaje” o lo que tocara, las niñas a las casitas y haciendo muñecas de trapos, vestiditos con trocitos de telas que les pedían a modistas o a las madres o recortando magiquitas  (recortables de papel con figuras de muñecas con trajecitos). 
Pero las chiquillas desde pequeñas tenían que ayudar a las madres, desde ir a los mandados, fregar loza, barrer y atender a los hermanos pequeños que en el cuadril escarranchados los llevaban con ellas, participando en sus juegos.
 Los barones estaban dispensados en las tareas domésticas, eso sí empezaba a trabajar  a edad temprana y pasaban rápidamente de la inocencia de la infancia a la picaresca de la supervivencia.
El verano con su calor, la vida se hacía más en el exterior,  a la hora de la siesta el silencio reinaba en las casas, todo el mundo dormían, las calles eran las de un pueblo fantasma, donde solo se veían caminar por ella perros callejeros, (vagabundos) que con boca a vierta y babeando se les veía a los pobres animales caminar, rozándose por las pares para aprovechar mejor la sombra evitando el sol, buscando agua para beber y comida ambas cosas escasa.
Para lograr que la chiquillería durmiera la siesta se les contaban cuentos y se les hablaba de personaje que raptaban a los niños para sacarle la manteca (el saca manteca) que durante las siestas vagaba por las calle, luego estaba la terrorífica, nunca vista, si imaginada “Mano Negra”. El tío del saco personaje con el que lograban reducir y hacer dormir a sus proles.
El miedos, era usados como protección y así el terror se clavaba en las caras infantiles. Temor que iba aferrando a lo largo de sus vida, haciéndose fuerte con el famoso dicho “que van a decir las gentes” y el temor a caer en boca, como se decía, provocaba agobio al tener que dar explicaciones de todo, que a veces era en vano.
 Al atardecer en las puertas de las casa salían las vecinas hacer labores, los tema de conversar eran diversos, sobre todo el de la decencia, los de la honra, que  era sagrada

Había que guardarla como decía el dicho “El buen paño en arca cerrada se guarda”.

Una vez que unas pequeñas de tanto oír hablar, no sabiendo su significado de lo que escuchaba,  pensaron que la honra era la manta de su padre, que su abuela le regalo cuando se casó, con sus iniciales bordada por “Mariana” y que celosamente era guardada en el arca, con romero y otras hierbas para alejar las polillas y que solo era sacada en la romería, colocada sobre el lomo de la mula, dando categoría, pues no todos tenían o si la tuvieron la necesidad de no pasa frio la había hecho desaparecer.

En la casa los hombres estaban exentos de tareas domésticas, eso si, se iban despojando de la  ropas y calzado, sin miramiento de que todo estuviera ordenado. En verano había que tenerle lista la jofaina llena de agua en el palanganero, al sol para que estuviera templada y la toalla limpia que dejaban como un cristo.
Se sentaban en la mesa y sobre ella, estaba todo colocado y las mujeres pendientes de ellos, aunque ellas tuvieran otros trabajos fuera y llegaran exhaustas, había que servir a los barones de la casa.

Pero en las cálidas  noches, los vecinos salían asentarse a la puertas de la calle a tomar el fresco y conversar unos con otros sin más luz que las estrellas y la luna o la luz de la esquina, los crios en cuanto veían reunidos a los mayores dejaban sus juegos, sentando se a escucharlos, si la conversación era algo picante se miraban los mayores y se decían “ hay ropa tendida” evitando hablar del parto de la vecina, según ellos los niños y jóvenes y solteras no debían escuchar estas conversación, aunque la solterita fuera mayor.
Veladas de dinámica conversación donde abundaban cuentos, leyendas, refranes y dichos populares y no por eso ningún tiempo pasado fue mejor si diferente y bueno de conocer.
ISABEL CORONADO ZAMORA