TIERRA ROJA BARRO QUEBRADIZO
marca un reloj la hora sobre el papel de la soledad, los minuteros que marcan un nuevo día para pensar.
Sin saber las horas se perdieron sobre las colinas de mi necesidad, de los brazos del segador que un día su pantalón de pana pieceado se perdió sin coser.
Sombreo diferente, aquel que gozo en sus años nuevos cuando la mesana en el horizonte sin saber como los años marcaron las heladas, en el sol ausente, en el marco de tu frente, sacando pensamientos perdidos de penitencia de día malignos, que sin saber fuimos cambiando.
Duelen los recuerdos y la dificultar de ver un reloj sin pilas, que marca siempre la noche, insultos y brumas.
Manojo de secuencias que se alejan, sin ver, la lejanía de un pensar, sin el sufrimiento que marco una suela sobra la palma de una mano que se agarraba a ti.
Que termómetro de sentimientos, hizo marchar su mercurio, convertido en silueta quebradiza que se alejaba, queriendo la soberbia salir de la tumba que un días un distes en la tierra..
Enemigo que nunca existió porque la pobreza se fue con la marca del mercurio, que intentabas tomar y mas se alejaba.
Cuanto mas intentabas tomarla mas se dividía, sin saber que los hijos se dividían, se marchaban por los caminos quebradizos de una vida, que no fue ni poniente ni saliente, solo una pala que hacia los hoyos sobre veredas, que marcaban piedra y señalaban el mismo camino.
Frente marchita que los ganadores marcaron los malvados pensamientos perdidos, sin saber que tu pie era la lanzadera que sentía los corazones de un alma enterrada, debajo de la cepa de los sentimientos
Que mapa puso en esta tierra que nací y vivo plagada de tierra roja, que al tomar en las manos se escapa quedando ese color rojizo, que existió mientras asía con la mirada un surco alejado.
Negando que nunca estuvo allí el borrador, que mas da cuando quieres terminar en vueltas de un querer, convertido en montañas de músicas, que la chicharra marca las imágenes inexistentes que tu Viviendo la necesidad de manejar un papel lleno de frases, llenas de daños, plagadas de raíces que marcaban la vida que acaba.
Se marchitaba, tu nunca estuvisteis en el cero, fuiste todos los números en mi corazon, las letras de un abecedario, que aprendí a repetir, porque la letra tuya eras tu.
El sentimiento el amor que giraba sobre mi cabeza, taza de café, que degustada bajo aquel melocotonero cada tarde, degustando conversaciones repetitivas, que nunca se volverán a dar, pues todo se fue alejando como la flore que arrancastes.
ISABEL CORONADO