Mi pequeña historia de Almendralejo

jueves, abril 23, 2009

                                   RECUERDOS DE UN PATIO




Recuerdos, alguien me dijo una vez que nunca hubo tiempos mejores si tiempos felices y tuvo razón.

Cuando los recuerdos son imagen es en color, de seguro que aparecerá un ayer nostálgico y variopinto, mezcla de espacios, lugares y personas, que nunca más estarán con nosotros.

Pero tenemos la suerte de poder ponernos delante de la pantalla de los recuerdos, donde daremos vueltas a la palanca de las imagen es de la mente, refugio de deseos frustrados, aberturas no realizadas y rincones inolvidables del lugar donde pasastes tus primeros años.

Recuerdo aquel patio con flores que crecían en tiestos, macetas y en latas de tomates.

Bajo la sombra, de árboles y parras donde los gorriones y jilgueros se cuneaban de sus ramas mientras trinaban, acompañados por los roznidos de un asnos que cansado de estar en la cuadra se asomaba a la puerta del establo, intentando salir, cosa inútil pues una traviesa se lo impedía.

En una jaula toscamente realizada habitaba una tortola, pobre animal que fuera apresada en el nido, sin poder su madre hacer nada por ella, el pajarillo, se pasaba todo el día chocando contra la tela metálica que le impedía su vuelo, quizás fuera con el conejo enjaulado lo más triste de aquel patio.

Los dos murieron de viejos sin poder correr por el prado y sentir el frescor de la hierba sobre sus patitas, ni el calor del barbecho y olor a heno que desprende la campiña al atardecer.

Los geranios y claveles de colores variados, parecían tener vida y sus flores se abrian cada día retorciendo se por querer abrirse y no querer morir.
Había una enredadera llamada, galán de noche y al atardecer, sus diminutas florecilla desprendía un suave perfume , suavizaba el calor sofocante de las noches veraniegas, cuando daban lugar las tertulias y hasta el gato se hacía dueño de un lugar para escuchar con sus orejas puntiagudas en alza y sus ojos de color miel atentos a lo que se hablaba.
El gato se llamaba Panchito y era negro como la noche y divido a eso se llevaba más de un pisotón al no ser visto, pues le gustaba estirarse sobre el frescor del suelo de cemento del patio. Fue un animal que se crió en la casa con vive ron pues su madre murió envenenada por algún desaprensivo.
Panchito como era llamado por su dueño era jugueton y alegre le gustaba dar un salto y ponerse en las faldas.
Le gustaba perseguir a todo animal pequeño que se movía. Un día como siempre durante la noche le gustaba rondar por los tejados, pero aquella noche can vio de costumbre buscando su destino y como era su aficion al ir detrás de una de sus aficiones se metio debajo de un coche, que acabo con sus aventuras.

Por aquel patio pasaron varias generaciones,

ISABEL CORONADO