RECUERDOS QUE SURGEN
Cuando los recuerdos se presentan delante de nosotros, son del color que uno los vivió.
No se sabe si las vivencias que cada cual vive son las mejores o las deseadas.
Si tuviera que reflejar mi vida loa haría como un metro de costura de loa que miden metro y medio.
Los primeros centímetros difícil de descifrar algunos sueltos sin hilván.
Cuando los fuimos a vivir a la casa nueva fue el día mas triste par ami dejaba aquella vieja casa de techo de caña, que cuando llovía las goteras caían por todos sitios, no habia cachado que poner para que cayera el agua de lluvia que se colaba entre las cañas.
En la cama para evitar las goteras, recuerdo que ponían un paragua, de forma que el agua al caer no te mojara y cayera por atrás de la cabecera y no calara la cama.
Aquella casa por no tener no tenia ni cocina, la que había era de maderas de cajas de sardinas, con un techo por donde entraba de todo. Una vieja nafre donde el carbón soplado con un soplillo tomaba fuerza reluciendo y haciendo que a base de soplar la comida se hiciera con paciencia des de primeras horas del día estando lista al llegar la mediodia.
Eramos felices en aquella casa llena de vida, rodeados de todos nosotros que una vez fuimos saliendo de ella ninguno volvió a ser feliz como en aquellos años.
Hay secuencias entre cortadas de niñez que surgen por rendijas de las memoria, queriendo tomar vida.
Días de reyes en los que un saltador era el único regalo que había en los zapatos, era tan bonito. Aunque no era el que yo había pedido, porque yo no se porque a los niños se les escucha poco y nunca se le regala lo que piden.
El saltador que yo pedí era el clásico de cuerdas de colores terminados en unos palos con unos circulo, que en su interior tenían unas piedritas que mientras se saltaba sonaba.
El que mi madre dejo era de plástico azul terminado en unas campanitas de color amarillo que sonaba al saltar.
Me tire todo el dia de reyes, intentando saltar pues no sabia, por mas que me llamaban para que fuera a casa no fui hasta que conseguí saltar a la comba, recuerdo hasta el numero de la calle donde aprendí, como era la cera de cemento la cuneta, las tierra de la calzada sin pavimentar.
La casa donde nos fuimos la primera noche, carecía de ventanas y puertas en las habitaciones, el frío entraba haciendo que no juntarnos mas unos con otros al calor de la lumbre y en la cama.
Yo me acostaba con mi abuelo la persona mas buena que ha pasado por mi vida.
La casa era grande, suelo de baldosines blancos y negros, como un tablero de ajedrez. todo el dinero que ejenciaron a lo largo de su vida lo echaron en la casa.
Por la mañana salimos como siempre hacia aquel camino , Un lugar tan irregular lleno de cuestas y barrancas, mi abuela siempre que iba al huerto iba pensando en los toros y que pudiera ser atacada por uno de ellos.
Todo el camino iba pensando en el olivo que tuviera mejor acceso y subir mejor si era atacado por un astado.
Iba diciendo se y contestando se, mientras iba montada en su borriquillo, camino del mercado con los grandes cestos realizado de chupones de olivo, llenos de hortalizas y se decía--este olivo puedo subir si viene un toro, mejor el otro, por si es una baca.
La abuela en el verano se quedaba en el huerto y los hijos le recolectaban lo que tenian que llebar a la venta y cargaban en el burro iba al pueblo hacer la venta.
Sus hortalizas tenían fama por los buenas, sus hijos y marido eran unos grandes agricultores.
El abuelo era un busca vida, se las sabia todo muy querido por los del pueblo.
Siendo niño vino de huelva de buhonero con su tio.
Luego se vino su familia a vivir y se quedaron para siempre a vivir en el pueblo.
Le gustaba hablar de su tierra llena de sierras escarpadas decía el abuelo, con una dehesas tan grandes y espesas que no se veia el cielo.
Fue el abuelo persona juerguista y bebedor en tabernas como era normal en aquella época.
Se llevaba temporadas en cortijos y hacia de todo cuando volvía, venia con dinero, le daba una parte a la mujer y un pequeño resto para sus juergas en tabernas, le gustaba mucho el cante y tocar palmas
.
El dinero lo escondía también que la abuela, por mas que lo busco nunca lo encontró, salvo cuando venia cuando se le acababa el dinero que los vaivenes eran tan grande que iba de lado a lado regando el dinero.
Le gustaba los toros, solía con otros compadres acompañar a novilleros y chavalillos, a tentaderos y capeas.
Una vez la cosecha fue muy mala, decidió para sacar mas dinero hacer vino, le salio muy bueno y la abuela penso que iba a sacr buenos dividendo !jaja!.
Los compadres que lo conocían empezaron a picarle con el vino que había echo, que iban a probarlo y a festejarlo, la abuela le decía que al vino no salia la cuenta, se estaba yendo en probaduras, la cosecha se la bebieron entre los compadres y el.
La abuela dijo que ya no hacia mas vino y muy decidida para que no tuviera tan buena idea el año siguiente.
La tinaja donde había almacenado el vino, como era de barro, según el abuelo del bueno realizada por un compadre de salvatierra.
La abuela la partió por la mitas tan perfecta mitad, que era admiración el éxito, el horno, para hacer pan. Esto el abuelo cuando lo vio sufrió un joenco que la abuela empezó a echarle agua y arrimarlo con
el vino que aun habia quedado y sin habla apuntando el abuelo para ella diciendo con señas que había echo.
La abuela que lo vio venir echo a corre para la calle pues el abuelo d que vio la tinaja con la obra de arte que la mujer le había echo, le dio un jamacuco que tuvo que entrar y como pudo lo reanimo y le hizo ver que si hacía falta se encargaba otra tinaja.
ISABEL CORONADO