Santiago Álvarez,
Una savia
conversación con Santiago Álvarez, sus
estudios se los ha dado la vida y la
naturaleza.
Con setenta y nueve años contaba aquel día, no había dejado de cultivar sus tierras, A las que
les trazo líneos, plantando en ellos las vides, que injertó,
viendo convertirse en viñedos.
La
primera vez que fue a trabajar al campo, lo hizo a coger aceitunas, cuando llegaba la merienda, en medio del
“Jato” ponían una olla con la comida,
los “avíos” para hacerla, los traían del pueblo, Manolo el mandadero, encargado de realizar, en esta ocasión era en el Cabezo Redondo, en
el término de Solana de los Barros.
Se comía de pie, introduciendo la cuchara en
el recipiente y paso atrás, para dejar sitio al siguiente. Dormí lo hacían en
sacos rellenos de paja con su primo José y un vecino.
En 1940 la vida en nuestro entorno era mala, triste, tiempos muy difíciles.
El
acarreo de la recolección se hacía con carros tirados por mulas, el pesaje en baños enganchados en ganchos clavados al arco de las puertas de
las bodegas ( a un quedan algunos de estos).
El
trabajo duraba todo el día, si la recolección
era mucha y se precisaba más personal, los mismos trabajadores, decían
que no se encontraban personal, pues al hacer falta en su casas el dinero, se mataban trabajando
haciendo dos jornales en un día, ganando
más, (llamado “raspa” ) trabajo muy duro.
El
padre de Santiago al ser manijero, lo quería llevar, pero él no quería, pues se
quedaba con su jornal.
En
1950, marcha a la mili, aprendiendo a conducir en el ejército, sacándose el
carné de segunda.
A la
vuelta se va a trabajar con su progenitor, que estaba de encargado en la casa de García de la Torre.
Su jefe al comprar el tractor, le pago el
carnet, de tractorista, consiguiendo él sacarse el de primera, que le costó 500 peseta.
Al
faltar su padre se queda, en su puesto, el año 1953 hasta su jubilación.
Los
tractores de aquellos años han ido evolucionando mucho, del que
tomo la primera vez,.
Su
incomodidad: asientos rígidos, al tomar las ruedas las piedras del camino, la
espalda se resentía mucho, eran “mata
personas” por los golpetazos que padecías los riñones.
El
primer tractor que hubo en Almendralejo lo tuvo la empresa Montero en 1958
aproximadamente y Don Arturo.
Contaba
que al hijo de su jefe le gustaba acompañarle en las tareas del campo, al que
le enseño a descargar y podar.
Santiago
me contaba que salía todos los días al campo a ver sus tierra un par de horas,
haciendo lo que precisara la planta, se sentía con facultad con sus 79 años,
limpiaba sus olivos y recogía su aceitunas.
Disfrutaba
con sus tierras por haberla visto des el principio crecer y desarrollarse.
Al
jubilarse formo parte de la directiva del Hogar de Mayores, de nuestra
localidad, con Joaquin Merino, Pedro Bala, Juan y José
Álvarez.
La
directora era Doña Isabel, que les propone una serie de actividades entre
la que estaba, un estudio sobre la vinicultura, surgiendo la idea de
hacer vino.
Para
adquirir conocimientos visitaron bodegas tomando contacto con bodegueros, que
les fueron informando.
El
grupo estaba formado por un mecánico,
necesario para construir la presa, que todos ayudaron hacer en su casa donde
tenían un tallercito, compraron las barras de hierro, moldeando hasta conseguir la presa.
Luego
estaba el bodeguero, cuya familia siempre había tenido bodega en la calle
Condesa de la Oliva, no le era desconocido el tema y los labradores conocedores de la materia prima.
La
uva para el caldo la consiguieron del rebusco que ellos mismo realizaron, terminada la campaña iban un par de horas,
dejándola, en un corralón, en toldos
para la transformación.
La
uva la desbagaban, echándola en la presa realizad por ellos, igual que las
tapaderas con que tapaban el torno, que pesaban dando vueltas hasta que
empezaba a salir el caldo que iba cayendo en la barrica, cuba (pitara) incorporando le productos
aconsejados para su fermentación.
El
vino, antes de consumirlo, lo llevaron a la Estación Enológica, analizado se al consumo, valorándose en
catorce grados.
Como
vino, no estando picado y los análisis
correctos, la misma Enológica les dio un número de 60 botellas, con una máquina
de embotellar les colocaron los tapones,
etiquetando con el nombre de “Hogar de Mayores”.
Al
salir de la junta del hogar, siguió haciendo vino con los compañeros nombrados.
Me
conto, que el amigo Juan Agudo Álvarez al manejaba bien la informática, con el
ordenadores del hogar, confecciono las
etiqueta con el nombre de “Vino de Pitarra”.
No formando parte de la junta del Hogar de
Pensionistas, la elaboración lo pagaban ellos. Antes el hogar les aportaba
subvenciones para comprar el material.
Esta
actividad les ilusionaba y la
continuaban realizando, la experiencia la
debía haber continuado la junta entrante, que se hubiera nutrido del
conocimiento adquirido y trasmitiendo.
Quedando
aparcado a nivel de del Hogar del pensionista que ellos seguían con la experiencia y reuniones
por la mediodía.
Años
ilusionados, iban a los colegios, a dar charlas
sobre la agricultura y aprendizaje teniendo mucha aceptación.
Después
de probar el buen vino por ellos envarado, les felicito brindado con él.
ISABEL
CORONADO ZAMORA