ESTE BAR ESTUVO EN LA CALLE REAL de Almendralejo
.
Los recuerdos, cuando pensamos en ellos, sentimos con
nostalgias de lugares y momentos, rodeados de seres que formaban un espacio.
Ninguna década, se desarrolla igual, luchas de la juventud
para imponer criterios, vencer lumbrales, que solo lo hace la ilusión de los
primeros pasos que empiezas andar en la vida.
Las vivencias, de un tiempo, van quedando agazapadas en
recuerdo sobre colinas verdes, llenas de ventanas, que eliges asomar al
recuerdo que sale a tu encuentro, vistos sobre papel de traza sin pulir,
al recordarlo, uno y otra ved.
Cuantas prohibiciones
de padres, que se repetían en formas heredadas de los suyos, aburriendo a las
personas jóvenes.
Un día cualquiera de tu vida, surgen de pronto una imagen que
te hace levanta la cabeza, perder la vista en un punto.
Ver delante de ti aquel día cuando fuiste a tu
primer guateque, en una casa vieja, que era la tendencia donde se solían hacer
estas reuniones.
Siempre
divertidas, llenas de música, producida por los discos que un encargado de poner
y quitarlos, cuando terminaban en un tocadiscos cuyo dueño presumía de la colección.
Lo mejor era la iluminación, de luces a las
que habían puesto papeles de colores, que tenían que estar alertas, pues cuando
le daban el calor se derretían los papeles charol.
La
misión era que la luz fuera tenue, para ello uno de los chicos estaba pendiente
de poner el papel, lo que pasa es que cuando se descuidaban embelesados en la música
y con las chicas, el papel empezaba a derretirse y al intentar quitarlos se
pegaba en los dedos y saltaba de dolor.
El joven esta acción, le hacía recibir
regañinas, cuando la luz se fundía o explotaba.
Esto también era una excusa, para que el lugar
quedaba más en penumbras, rincones que era propicios para conversaciones, de músicos
de moda o canciones del momento, dando se importancia unos y otros por tararear
las canciones memorizadas en inglés y saber más de músicos de moda.
En un rincón un joven, se quejaba, pidiendo que le remplazara,
otro a poner canciones en el tocadiscos, pues el disco tenía dos canciones por
cada cara un lujo tener un "Ele pe".
Era todo pura anécdota, a las 10 de la noche, se acaba
todos, para casa.
El camino por calles embarradas, pocos iluminadas.
Empandillas
contando lo divertido del baile o lo aburrido si algún pesado por el hecho
de haberte invitado al guateque te había dado la pelma siendo pesado y
acaparador.
Los padres, esperando la llegada de las jóvenes, intentando
protegerlas de la oscuridad, reinante y
del mal estado en que estaba la calles, esperando las en la esquina, la llegada
de la hija, aguantando el chapuzo cuando llovía, hasta que llegaba la
joven, caminando por calles en el invierno solitarias, embarradas y con poca
luz.
Me parece ver a mi padre esperándome, pues me daba mucho
miedo llegar hasta casa, para llegar a ella había una cuesta abajo muy
pronunciada, ambos lados de ella, carros de varas, y el camión
Pegaso del Sani aparcado.
Mis amigas vivían tres calles más arribas de mi casa,
por lo que la última en llegar a casa, lo hacía sola.
Como
cuento, mi padre o madre me esperaban en la esquina, si llovía con un paraguas
aguantando y empezaba acorre desde la parte más alta a una velocidad
cuesta abajo, por el miedo que no me importaba correr por el medio
de la calzada, por todo el barros, llegando los sal picones hasta la
cara.
Sola aminoraba la carrera, al oír la voz de mi padre, que salía de la
oscuridad diciendo -- no corras que estoy a aquí.
ISABEL Coronado
ISABEL CORONADO